sábado, 2 de julio de 2011

LOS NUEVOS PARADIGMAS DEL CONSTRUCTIVISMO ANTITEO

NOTIVIDA, Año XI, Nº 764, 2 de julio de 2011

La Plata, Argentina

LOS NUEVOS PARADIGMAS DEL CONSTRUCTIVISMO ANTITEO

En su reflexión semanal en el programa "Claves para un Mundo Mejor", Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, señaló que "la ley llamada de Matrimonio Igualitario está dando lugar a combinaciones extravagantes, y bastantes antiigualitarias".

Tras mencionar hechos acaecidos recientemente (mellizas inscriptas con "dos mamás", un hombre travestido que anunció que "va a ser mama" de niños que tendrán "dos papás") inquirió "¿no existe un derecho a conocer la identidad biológica?" y fustigó las técnicas de fecundación artificial.

Denunció una vez más el prelado platense "que se encuentra en ejecución en la Argentina un proyecto de cambio cultural para la imposición de nuevos paradigmas en los cuales no cuenta la naturaleza humana", añadiendo "en el fondo, esta idea es profundamente atea. Va contra la realidad, va contra la creación, y el que no admite la realidad de la creación y que existe una naturaleza ordenada y bella, no reconoce ni admite la existencia de un Creador".

Exhortó finalmente a "resistir a la imposición de estos paradigmas" y pidió que "no nos obliguen a reconocer que son cosas normales".

A continuación el texto completo de la alocución televisiva:

"La ley llamada de Matrimonio Igualitario está dando lugar a combinaciones extravagantes, y bastantes antiigualitarias". 

         "Por ejemplo: nos hemos enterado, por los medios de prensa, de que en Rosario se ha inscripto el nacimiento de dos mellizas como hijas de dos mujeres unidas por esta nueva forma de unión. Las niñas han recibido el apellido de ambas, porque tendrán dos mamás. En realidad, solamente una de esas dos mujeres es madre biológica de estas niñas; la otra, en cambio, ha reivindicado ese papel y el reconocimiento consiguiente porque ha estado presente en el acto de inseminación artificial y luego también durante la cesárea por la cual las niñas nacieron". 

         "Ahora bien, corresponde preguntar: ¿y quién es el papá? Estas niñas no lo sabrán nunca, posiblemente. ¿No existe un derecho de conocer la identidad biológica de cada uno? ¿No podrán reclamarlo ellas más adelante?" 

         "Otro caso: un señor que se viste de mujer, que se ha puesto nombre de mujer y que recientemente ha recibido el documento donde figura así, también unido en matrimonio igualitario con otro hombre, como es una persona muy conocida en la farándula, ha anunciado que va a ser mamá". 

         "Su consorte ha aportado biológicamente al nacimiento de ese niño que va a nacer y seguramente alguna mujer habrá donado el gameto femenino y otra habrá alquilado su vientre. Cuándo nazca el niño, o los niños, pues las informaciones también hablan de mellizos, será probablemente anotado con el apellido de estos dos consortes del matrimonio igualitario, pero este niño o estos niños no sabrán nunca quién es su mamá biológica. Recordemos, de paso, que se viene persiguiendo a dos jóvenes vinculados a un importante medio de prensa, y se los obliga a investigar su identidad biológica aun cuando son felices ignorándola. ¡Pero en los casos provocados por el matrimonio igualitario la identidad biológica no importa!" 

         "Esto ocurre porque se están aprobando en la Argentina leyes contrarias a la realidad natural, como si la naturaleza humana no existiera y esta situación lamentablemente, va siendo aceptada con pasividad por mucha gente". 

         "En el segundo caso que he comentado, como la persona es famosa todo el mundo la felicita porque va a ser mamá. En realidad no va a ser mamá. ¿Qué va a ser? Tendría que ser papá. Es una confusión, y por eso digo que se trata de casos extravagantes, y también antiigualitarios, por lo desparejos". 

         "Existe todavía desgraciadamente el machismo, pero ahora se ha inventado otra forma de conducta que podríamos llamar hembrismo. No debemos aceptar pasivamente que se altere el nombre de las realidades. Cada cosa tiene su nombre y no debemos caer en una situación de tolerancia beata, por la cual todo es igual". 

         "Tenemos que reconocer que se encuentra en ejecución en la Argentina un proyecto de cambio cultural para la imposición de nuevos paradigmas en los cuales no cuenta la naturaleza humana. Ya he criticado varias veces los diseños curriculares de varias materias en el sistema de educación pública en los cuales se esfuma la realidad de la naturaleza. Es como si el ser humano fuera una pura existencia abierta que se modela él mismo a capricho y que hace de su cuerpo también lo que le da la gana". 

         "Imaginen ustedes lo que significa, por otra parte, este recurso a técnicas artificiales de procreación. ¿Qué es esto de donación de óvulos, de compra de óvulos o de espermatozoides o de alquiler de vientres? ¿Cuántos niños quedan en el camino; quiero decir, cuántos embriones se pierden en estos procedimientos?" 

         "Volvamos al problema principal: el intento de negar que existe una naturaleza humana para imponer la persuasión, de que el hombre se construye a sí mismo". 

         "En el fondo, esta idea es profundamente atea. Va contra la realidad, va contra la creación, y el que no admite la realidad de la creación y que existe una naturaleza ordenada y bella, no reconoce ni admite la existencia de un Creador, un Creador sapientísimo y bondadoso que ha hecho del ser humano la más maravillosa de sus creaturas". 

         "Nosotros tenemos que resistir a la imposición de estos paradigmas, y para eso es muy importante comentar estas cosas, reivindicar el sentido común y decir, cuando se publican hechos como los comentados, que son verdaderos disparates". 

         "¡Desgraciadamente los disparates existen, pero que no nos obliguen a reconocer que son cosas normales!

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NOTIVIDA, Año XI, Nº 764, 2 de julio de 2011

Editores: Lic. Mónica del Río y Pbro. Dr. Juan C. Sanahuja

Página web: www.notivida.org

Email: notivida@hotmail.com

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Pare pensar...

*Por Pepe Eliaschev |

Durante años hubo que optar entre callarse la boca, porque hablar del tema equivalía a una especie de traición al pueblo, o negarle importancia a sus dichos y hechos. ¿Para qué hacerlo, se alegaba, si Hebe de Bonafini es sólo una señora mayor que carece de relevancia política? Por eso, cada vez que su nombre y el de su grupo aparecían al tope de la agenda, sistemáticamente funcionaba el menoscabo. Que no conoce bien los temas y su cultura es muy precaria, se argumentaba. Que habla desde el sufrimiento, pero no influye en el juego grande, se razonaba. Esa subestimación se aderezaba con la extorsión moral de siempre, el recurso agobiante de que no hay que "cebarse” con personas cuyo mérito es acaudillar un movimiento honorable y reconocido en todo el mundo, como el que ella encabeza de manera vitalicia. Pero lo que ha venido sabiéndose desarma tanta cháchara moralista y manipuladora.

¿Para qué hablar de Schoklender? No sirve de nada seguir abocándose con fruición a los pormenores de los negocios oscuros de ese personaje. Como sucede con todos los caídos en desgracia en regímenes como el actual, el Gobierno lo tira por la ventana y lo usa de pararrayos, el perfecto canalla, el inescrupuloso monje negro que se aprovechó de la ingenuidad y la buena fe de “las madres” (Bonafini y su grupo asumieron desde hace añares el nombre de “Madres”, a secas, sin artículo, como si ellas y sólo ellas fueran paradigma y resumen excluyente de la condición materna).

Es una perfecta estafa. El tema no es Schoklender. Es el Gobierno y el grupo, al que sirvió durante años el parricida, al que ahora han tirado debajo de los camiones. Nadie puede alegar ignorancia. Un año y medio antes de que Néstor Kirchner la entronizara como santa laica del progresismo nacional y popular, Bonafini recibió los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 con esta definición: “No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada, siempre digo en mis discursos que nuestros hijos serán vengados el día que el pueblo, algún pueblo, sea feliz. (…) Tanta tecnología no le sirvió a EE.UU. Yo sentí que había muchos pueblos en ese momento que eran felices y que la sangre de tantos en ese momento era vengada”.

Como entonces Horacio Verbitsky tuvo la prudencia de condenar aquella matanza del terrorismo fundamentalista, Bonafini de inmediato definió al actual jefe de inteligencia en las sombras como “un sirviente de Estados Unidos. Recibe un sueldo de la Fundación Ford y, además de ser judío (sic), es totalmente pronorteamericano”. No sólo eso. Subrayó que para ella “un revolucionario nunca es terrorista. Es alguien que quiere el bien del pueblo para que otros vivan, coman y sean felices. El terrorista es el Estado que reprime, el otro es una respuesta prevista en la propia Constitución”. Ya simpatizaba abiertamente con Bin Laden, ETA y las FARC cuando entró a la Casa Rosada en mayo de 2003, recibida por Kirchner, que sabía muy bien quién era y jamás le había dado ni un vaso de agua en sus largos 22 años como jerarca municipal y provincial de Santa Cruz. Las “madres” estaban prohibidas en Santa Cruz.

Sin límites ni pruritos, perpetró un sincericidio memorable tras conocer a Kirchner: “Me la pasé diciendo que (Carlos) Menem, (Eduardo) Duhalde y Kirchner eran la misma mierda. Y después tuve que ir a decirle: ‘Señor presidente, me equivoqué, yo dije que usted es la misma mierda que los otros pero no: usted es totalmente distinto’. Y se lo reconocí así, sinceramente”. O sea que durante esas dos décadas ella pensó que Kirchner era “la misma mierda” que los presidentes peronistas anteriores, hasta que las alfombras rojas de la Casa Rosada estuvieron bajo sus zapatos. Sus razones tendría, pero luego cambió de opinión.

Ama de casa toda su vida, su organización se convirtió de la noche a la mañana en socia privilegiada de la denostada patria contratista. Derramó condenas y maldiciones no sólo contra dirigentes políticos de larga trayectoria al servicio de la defensa de los derechos humanos (como Raúl Alfonsín), sino también contra refentes de la propia izquierda, algunos de cuyos representantes más caracterizados fueron fulminados por su odio y desdén (“Pino Solanas realmente es muy cagón” o “a Martín Sabatella, que critica tan duramente al gobierno de nuestra Presidenta y dice que es igual al gobierno de Menem, que se le caiga la lengua”).

Todo se sabía y era conocido, pero todo se le perdonaba. Dijo: "Para nosotras la legalidad no existe. Ni siquiera pagamos impuestos”. Para ella “Cristina Kirchner es brillante para todo, pero la oposición no es una oposición, es una mierda”. Y para quien dudara de quién era la aliada y el símbolo del Gobierno, admitió que “siempre pensé en mis hijos como guerrilleros y revolucionarios, con un gran orgullo. Yo me siento revolucionaria sin haber usado nunca las armas, pero creo en la revolución armada”.

El pañuelo no se manchó solo ni lo manchó un canalla singular. Es cierto, y así lo he pensado por años, que en la Madres de Plaza de Mayo hubo muchas mujeres dignas, corajudas, admirables e inolvidables, pero debieron emigrar de la secta de Bonafini, así como tuvieron que irse numerosos intelectuales y periodistas aterrorizados por el stalinismo grosero de la jefa vitalicia, a la que el Gobierno coronó como la mayor, la más importante, la principal, la única.

Le dieron centenares de millones de pesos, sabiendo que carecía desde el vamos de la pericia y la competencia para encarar emprendimientos económicos tan ambiciosos. La forraron de plata e impunidad para justificar un fraudulento “relato”. Compraron la franquicia de “Madres”. El gerente de ese trapicheo millonario fue un personaje que encarnaba de manera acabada la más perversa de las sociedades, en la cual el crimen enaltece y la ilegalidad es un orgullo. Así que el tema no es él, ni tampoco la mujer a la que los Kirchner etiquetaron como madre de todos los argentinos. Las raíces del mal están en el riñón de un poder que ha comprado todo lo que se ofrece en venta.*