miércoles, 28 de julio de 2010

Sacerdotes gay en Roma y caramelos envenenados (o calumnia que algo queda), por Pedro M. Reyes

Pedro María Reyes Vizcaíno es editor de Iuscanonicum.org y de
vidasacerdotal.org

Calumnia que algo queda. Esta indignante máxima se ha usado desde hace mucho tiempo en contra de la Iglesia. Ya en el siglo III se decía que los cristianos practicaban el canibalismo. Más recientemente, en 1936, se difundió que unas monjas en Madrid repartían caramelos envenenados a los niños. Esta mentira provocó el 1º de mayo de aquel año que una multitud enfurecida asaltara un convento y lo quemara.

Ahora se está difundiendo que hay muchos curas entre la comunidad gay de Roma. El bulo lo ha originado un reportaje de la revista italiana Panorama en el que el periodista supuestamente ha acompañado a un homosexual por las fiestas nocturnas de Roma y se ha encontrado con tres sacerdotes en ellas.

La noticia ha servido para alimentar el escándalo. Pero pienso que solo se pueden escandalizar los más crédulos. En efecto, uno de los supuestos sacerdotes tenía 25 años: casualmente la edad mínima para recibir la ordenación sacerdotal es esa, según el canon 1031. En Roma debe de haber un puñado de sacerdotes con 25 años. Sin embargo, el periodista de Panorama quiere hacer creer a sus lectores que ha conocido a uno de esos pocos, el cual además ha tirado a la basura sus buenos propósitos del seminario en apenas unas semanas. Cuánta casualidad.

Otro de los sacerdotes, al parecer, mostró al periodista -al que acababa de conocer- su armario abierto, en el que estabann cuidadosamente colgadas las vestimentas sacerdotales. Solo los ingenuos pueden creer que lo primero que hace un homosexual que esconde su condición clerical en un bar gay es mostrar las sotanas de su armario al primer desconocido que entra en su casa.

El acompañante gay del periodista pidió a uno de los sacerdotes que se pusiera la sotana antes de iniciar una relación sexual a lo que éste accedió. El periodista piensa que es normal que un gay que esconde su condición sacerdotal se ponga la sotana ante una ligera petición de un desconocido.

Dos sacerdotes, al parecer, celebraron Misa en ocasiones distintas en una mesa común en su casa ante la mirada del atónito periodista. Por lo que se ve esos sacerdotes están dispuestos a llevar doble vida pero no hasta el punto de celebrar Misa en su iglesia o convento, aunque sí para el primer desconocido al que se encuentren.

Se podrían citar más ejemplos de las incoherencias que contiene el reportaje de Panorama, por lo que es fácil concluir que todo ha sido un montaje. Para disgusto de los amigos de los escándalos clericales, se puede sacar una conclusión: este reportaje ha de entrar en la misma lista que el canibalismo de los primeros cristianos o los caramelos envenenados de las monjas madrileñas. Es triste que se publiquen estas mentiras, pero da que pensar que todavía hay algún incauto que se las cree.

La revista Panorama alega que han tomado imágenes con cámara oculta y que se pueden ver en su página web. Lo que no dicen es que en esas imágenes los rostros de los supuestos sacerdotes están desdibujados para que no se reconozcan… lo cual también facilita que no nos demos cuenta de que se trata de actores, no de verdaderos sacerdotes.

En 1936 las monjas de Madrid siguieron atendiendo a los niños de las barriadas pobres de Madrid hasta que en julio la persecución violenta hizo necesario que se ocultaran. Igualmente los cristianos del siglo III siguieron transformando las estructuras de aquella sociedad corrupta aunque les arrojaban a los leones. Ante los insultos de hoy los sacerdotes seguiremos trabajando por amor a Dios y en beneficio de la sociedad sin que nos importe demasiado que nos injurien. Por mi parte, pienso que los responsables de esta calumnia han obtenido un beneficio y es el de la oración. El Señor nos pidió que rezáramos por los que nos calumnian (cf. Lc 6, 28), y yo en esta ocasión ya he cumplido con el mandato del Señor. Estoy convencido de que la mayoría de los sacerdotes también lo ha hecho.