jueves, 23 de diciembre de 2010

Muy feliz y santa navidad

Que esta navidad y este nuevo comienzo de año signifique un retorno a la
casa del Padre, con nuevas fuerzas. Para dar el testimonio de la Luz al que
todos estamos llamados.

P. Federico F. Kunz
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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Muy feliz y Santa Navidad

Seminario Mayor San Miguel Arcángel

San Luis - Argentina


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miércoles, 28 de julio de 2010

Sacerdotes gay en Roma y caramelos envenenados (o calumnia que algo queda), por Pedro M. Reyes

Pedro María Reyes Vizcaíno es editor de Iuscanonicum.org y de
vidasacerdotal.org

Calumnia que algo queda. Esta indignante máxima se ha usado desde hace mucho tiempo en contra de la Iglesia. Ya en el siglo III se decía que los cristianos practicaban el canibalismo. Más recientemente, en 1936, se difundió que unas monjas en Madrid repartían caramelos envenenados a los niños. Esta mentira provocó el 1º de mayo de aquel año que una multitud enfurecida asaltara un convento y lo quemara.

Ahora se está difundiendo que hay muchos curas entre la comunidad gay de Roma. El bulo lo ha originado un reportaje de la revista italiana Panorama en el que el periodista supuestamente ha acompañado a un homosexual por las fiestas nocturnas de Roma y se ha encontrado con tres sacerdotes en ellas.

La noticia ha servido para alimentar el escándalo. Pero pienso que solo se pueden escandalizar los más crédulos. En efecto, uno de los supuestos sacerdotes tenía 25 años: casualmente la edad mínima para recibir la ordenación sacerdotal es esa, según el canon 1031. En Roma debe de haber un puñado de sacerdotes con 25 años. Sin embargo, el periodista de Panorama quiere hacer creer a sus lectores que ha conocido a uno de esos pocos, el cual además ha tirado a la basura sus buenos propósitos del seminario en apenas unas semanas. Cuánta casualidad.

Otro de los sacerdotes, al parecer, mostró al periodista -al que acababa de conocer- su armario abierto, en el que estabann cuidadosamente colgadas las vestimentas sacerdotales. Solo los ingenuos pueden creer que lo primero que hace un homosexual que esconde su condición clerical en un bar gay es mostrar las sotanas de su armario al primer desconocido que entra en su casa.

El acompañante gay del periodista pidió a uno de los sacerdotes que se pusiera la sotana antes de iniciar una relación sexual a lo que éste accedió. El periodista piensa que es normal que un gay que esconde su condición sacerdotal se ponga la sotana ante una ligera petición de un desconocido.

Dos sacerdotes, al parecer, celebraron Misa en ocasiones distintas en una mesa común en su casa ante la mirada del atónito periodista. Por lo que se ve esos sacerdotes están dispuestos a llevar doble vida pero no hasta el punto de celebrar Misa en su iglesia o convento, aunque sí para el primer desconocido al que se encuentren.

Se podrían citar más ejemplos de las incoherencias que contiene el reportaje de Panorama, por lo que es fácil concluir que todo ha sido un montaje. Para disgusto de los amigos de los escándalos clericales, se puede sacar una conclusión: este reportaje ha de entrar en la misma lista que el canibalismo de los primeros cristianos o los caramelos envenenados de las monjas madrileñas. Es triste que se publiquen estas mentiras, pero da que pensar que todavía hay algún incauto que se las cree.

La revista Panorama alega que han tomado imágenes con cámara oculta y que se pueden ver en su página web. Lo que no dicen es que en esas imágenes los rostros de los supuestos sacerdotes están desdibujados para que no se reconozcan… lo cual también facilita que no nos demos cuenta de que se trata de actores, no de verdaderos sacerdotes.

En 1936 las monjas de Madrid siguieron atendiendo a los niños de las barriadas pobres de Madrid hasta que en julio la persecución violenta hizo necesario que se ocultaran. Igualmente los cristianos del siglo III siguieron transformando las estructuras de aquella sociedad corrupta aunque les arrojaban a los leones. Ante los insultos de hoy los sacerdotes seguiremos trabajando por amor a Dios y en beneficio de la sociedad sin que nos importe demasiado que nos injurien. Por mi parte, pienso que los responsables de esta calumnia han obtenido un beneficio y es el de la oración. El Señor nos pidió que rezáramos por los que nos calumnian (cf. Lc 6, 28), y yo en esta ocasión ya he cumplido con el mandato del Señor. Estoy convencido de que la mayoría de los sacerdotes también lo ha hecho.

viernes, 9 de julio de 2010

OBISPO DE SAN LUIS DENUNCIA PRESIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL EN EL SENADO

En el día de la fecha el Obispo de San Luis, Mons. Jorge Lona, emitió un comunicado en el que sostiene que el proyecto de ley que intenta legalizar el mal llamado "matrimonio" homosexual -de inminente tratamiento en el Senado- "niega al mismo tiempo la fe y la razón". Es un rechazo a la ley de Dios y al orden de la naturaleza, afirma, que hoy se intenta reemplazar con el "absurdo". Su sanción anejaría, además, "una completa burla a la voluntad del pueblo argentino".

Denuncia asimismo el Obispo puntano, las descaradas presiones del Gobierno nacional que no vacila en pisotear la libertad de conciencia de los senadores para forzar la aprobación del proyecto.  

A continuación el texto completo del Comunicado de Mons. Lona:

LA VOTACIÓN EN EL SENADO

Dentro de pocos días, el miércoles 14 de este mes de julio, la Cámara de Senadores de la Nación resolverá la aprobación o rechazo de una Ley sobre la cual el pueblo argentino no ha sido consultado, porque sus partidarios saben que si se realizara una consulta popular, esa Ley sería rechazada categóricamente. Se trata de la Ley sobre el llamado "matrimonio homosexual".

Es una Ley que niega al mismo tiempo la fe y la razón:

El rechazo de Dios y la propuesta continua del absurdo.

El Cardenal Jorge Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, advirtió que la Ley contiene "una pretensión destructiva al Plan de Dios". Contra esa pretensión se están manifestando en todo el país los miembros de la Iglesia Católica y los miembros de los cultos evangélicos.

Es la oposición de quien busca en la Biblia la Palabra de Dios. Desde el comienzo del libro del Génesis, aprendemos en el mismo versículo las claves del plan divino sobre el ser humano: hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, parecidos a Dios, todos iguales en esa inmensa dignidad. Y al mismo tiempo, diferentes como varón y mujer (Gn. 1,27).

Y esta verdad revelada a la fe, se revela al mismo tiempo en el orden de la naturaleza, que nuestra razón siempre puede reconocer, para vivir en la verdad y no en el absurdo.

Hoy, los argentinos estamos sometidos al continuo bombardeo del absurdo. Se nos trata de convencer, a través de la incesante repetición mediática, que es exactamente igual la unión matrimonial de un varón y una mujer, que la unión matrimonial de dos personas del mismo sexo. Muy pocos países en el mundo han sido capaces de legalizar este absurdo. ¿Los legisladores argentinos serán capaces de incorporarnos a esa breve lista?

-Y es también una Ley cuya aprobación se pretende forzar usando los métodos más descaradamente ilegales.

La libertad de conciencia pisoteada, en la Cámara de Senadores de la Nación.

Los partidos políticos, al iniciarse el debate, afirmaron que se iba a respetar plenamente la libertad de conciencia de los legisladores. Al tratarse de un tema que no había sido incluido en las propuestas electorales, nadie podía ser obligado a lo contrario en nombre de la "lealtad partidaria".

Pero ya es ampliamente conocido, y ha sido objeto de denuncias públicas, que aquellos legisladores cuya opinión se presumía desfavorable, han sido objeto de toda clase de presiones –incluyendo la amenaza y la extorsión- para que cambiaran su voto o se ausentaran del recinto en el momento de la votación.

De tener éxito esa maniobra, la presunta Ley sería una completa burla a la voluntad del pueblo argentino.

San Luis, 8 de julio de 2010.

+Mons. Jorge Luis Lona

Obispo de San Luis

lunes, 28 de junio de 2010

Entre Ríos movilizado por el matrimonio y la familia

 

  

Paraná (Entre Ríos), 28 Jun. 10 (AICA)

 


Católicos y evangélicos marcharon por las calles de Paraná (foto: Diario Uno)

El sábado 26 de junio por la tarde, en la ciudad de Paraná, una multitud de personas, entre católicos y evangélicos, realizaron una caminata hacia la Casa de Gobierno de la provincia de Entre Ríos donde leyeron y entregaron un petitorio acompañado por diez mil firmas, en el que se rechaza la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio, en el marco del tratamiento en el Senado del proyecto de ley que busca legalizar la unión entre personas del mismo sexo.

     La marcha, organizada por la Iglesia Católica con la adhesión de otras confesiones, se realizó por la tarde bajo una espesa llovizna y contó con la participación del arzobispo local, monseñor Mario Maulión, y también de alumnos de las escuelas católicas, fieles y público en general.

     La columna partió desde la plaza 1º de Mayo y se extendió por unas cuatro cuadras. Estuvo integrada por matrimonios con sus hijos que defendían la consigna "Queremos papá y mamá. Somos millones de argentinos que defendemos una sola forma de familia: varón y mujer". Este mensaje se difundió a través de folletos que eran entregados a los transeúntes y pancartas que portaban los manifetantes. Y al grito de "viva la familia", la marcha contó también con el apoyo de los vecinos, que alentaban a los caminantes a lo largo del recorrido.

     La marcha también fue ocasión para reclamar no solo por la defensa del matrimonio entre varón y mujer como célula constitutiva de la sociedad, sino también para pedir por justicia, educación, vida digna y en rechazo al aborto.

No es contra el matrimonio gay, es por la familia

     Según difundió el diario "Uno", el pastor paranaense destacó que la caminata no fue "contra nadie, sino en defensa de la familia. No es contra el matrimonio gay, es por la familia". El prelado, que caminó entre los participantes, explicó que se trata de "una marcha por la familia. En muchos sitios aparece como una manifestación contra el matrimonio gay. Queremos que la familia esté constituida por papá, mamá y los hijos. Queremos que esa sea en la legislación la familia que se defienda y se promueva. Es decir que pretendemos la verdadera noción de familia: el hombre, la mujer, los hijos, unidos en el amor del matrimonio".

Por una Familia Natural
    
La familia Paso, compuesta por el matrimonio y sus seis hijos, fueron los encargados de leer los ocho puntos del petitorio, luego de lo cual se entregaron las diez mil firmas que se reunieron entre comerciantes, escuelas católicas, comisiones vecinales y organizaciones no gubernamentales.

     El petitorio se titula "Por una Familia Natural" y entre otras cosas reclama la defensa del "matrimonio y la familia como base natural y fundamental de la sociedad". En ese sentido el primer párrafo expresa: "Pedimos a nuestros senadores nacionales que no modifiquen el Código Civil a fin de que el matrimonio siga reflejando lo que en la naturaleza humana es la unión de varón y mujer", y agrega que "el matrimonio -subraya el texto- no es un capricho natural o una creación legal, sino que refleja la integración de las particularidades propias del varón y la mujer, según la naturaleza de cada uno, abierto a la vida y a la preservación de la especie".

     En el segundo punto se pide que los legisladores respeten el derecho del niño de tener un padre y una madre: "Que se respete su interés superior a crecer en una familia formándose en la riqueza de complementariedad entre el varón y la mujer".

     El cuarto es una llamada de atención a los gobernantes, a quienes se les pide que cumplan con las plataformas electorales con las cuales se comprometieron con el pueblo (donde no se postulaban estas modificaciones) y que se respete la célula fundamental de la sociedad.

     Asimismo, se solicita que se escuche a la sociedad antes de imprimir una modificación "tan radical en nuestro derecho escrito y que se atienda a las consecuencias que un cambio tal implica".+

Miles de sanjuaninos se pronunciaron en defensa de la familia

 

  

San Juan, 28 Jun. 10 (AICA)

 


Multitudinaria marcha en San Juan

Una multitud, que se calcula en 30 mil personas, se congregó el pasado viernes 25 de junio por la mañana frente a la Legislatura de San Juan para reclamar por la defensa de la familia y la niñez y expresar su rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras en el recinto legislativo se desarrollaba la Audiencia Pública sobre la equiparación con el matrimonio, de las uniones de parejas del mismo sexo.

     El proyecto de ley que permitiría la unión entre personas del mismo sexo ya fue aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación y pasó al Senado, que determinó que se realicen las audiencias públicas en algunas provincias del país con el objetivo de conocer el pensamiento de los ciudadanos acerca de esta cuestión.

     Según informaron los medios locales, de 44 exponentes que participaron de la audiencia, 37 se expresaron en contra de la norma que permite la unión entre personas del mismo sexo y seis a favor, mientras uno se declaró indeciso. En la oprtunidad se presentaron además 120 mil firmas en contra del mencionado proyecto de ley.

     La convocatoria fue realizada por la organización "Compromiso por la Familia y la Niñez", conformada por los credos religiosos presentes en San Juan y numerosas asociaciones intermedias y ONG vinculadas con diversos servicios solidarios hacia la familia y los niños, y contó entre otros con la adhesión del arzobispado de San Juan de Cuyo.

     En los últimos días habían manifestado su adhesión a favor de la familia y el rechazo del proyecto de ley, el gobernador de San Juan, José Luis Gioja; los 19 municipios de la provincia, la Legislatura Provincial -que solicitó a los senadores de esa provincia a rechazar la ley-, el Foro de Abogados, el Colegio de Magistrados y funcionarios del Poder Judicial; además de gremios, ONG's e instituciones católicas y de otras confesiones religiosas.+

miércoles, 23 de junio de 2010

Celibato y matrimonio. El compromiso fortalecido por la fe



22 de Junio (DON RAMIRO PELLITERO) - NAVARRA. El Doctor Ramiro Pellitero, Subdirector del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y Profesor de Teología Pastoral en la Universidad de Navarra, España, escribe el artículo

 

Celibato y matrimonio

El compromiso fortalecido por la fe




La víspera de la conclusión del Año Sacerdotal, un sacerdote eslovaco, misionero en Rusia, le pidió a Benedicto XVI que profundizara en el sentido del celibato. Resultó muy oportuno que inscribiera su pregunta en el contexto de la Eucaristía, raíz de la identidad y del ministerio sacerdotal.

El Papa desarrolló su explicación sobre el sentido del celibato a partir de la Eucaristía y lo relacionó con el matrimonio.

En la Eucaristía –como también al perdonar los pecados– el sacerdote celebra "en la persona de Cristo", es decir, permitiendo ser asumidos por el "yo" de Cristo, que es al que sirve de instrumento.

Esa unificación con el yo de Cristo "atrae" al sacerdote también a la vida nueva de Jesús resucitado. Esa vida está más allá del matrimonio (Mt 22,23-32). Y "en este sentido, el celibato es una anticipación. Trascendamos este tiempo y sigamos adelante, y así nos 'atraemos' a nosotros mismos y a nuestro tiempo hacia el mundo de la resurrección, hacia la novedad de Cristo, hacia la vida buena y verdadera".

Se trata, por tanto, de una anticipación de la vida futura del cielo, hecha posible por la gracia de Dios. Y aquí está, según el Papa, un motivo principal por el que hoy no se entiende el celibato (cabría añadir: no sólo el celibato sacerdotal, sino también el celibato en la vida religiosa y en la condición laical): porque no se piensa ya en el futuro que Dios nos prepara, donde Dios nos espera; "parece suficiente solo el presente de este mundo. Queremos tener solo este mundo, vivir solo en este mundo". Pero "así cerramos las puertas a la verdadera grandeza de nuestra existencia". Pues bien –añade Benedicto XVI– "el sentido del celibato como anticipación del futuro es precisamente abrir estas puertas, hacer más grande el mundo, mostrar la realidad del futuro que es vivido por nosotros ya como presente".

En otros términos, el sentido del celibato es vivir dando testimonio de la fe cristiana, que implica la vida eterna, la vida propia de Dios; y, con ello, dar testimonio, ante todo, de "que Dios existe, que Dios tiene que ver con mi vida, que puedo fundar mi vida sobre Cristo, sobre la vida futura".

Tiene su lógica –seguía explicando– que para los agnósticos el celibato sea un "gran escándalo", puesto que supone considerar a Dios como realidad y vivir en consecuencia. Este escándalo parece que tiene más peso que la moda de no casarse.

De hecho, "en un cierto sentido, puede sorprender esta crítica permanente contra el celibato, en un tiempo en el que está cada vez más de moda no casarse". Claro que este no-casarse tiene un significado totalmente distinto al celibato; "porque el no casarse se basa en la voluntad de vivir solo para sí mismos, de no aceptar ningún vínculo definitivo, de tener la vida en todo momento en una autonomía plena, decidir en cada momento qué hacer, qué tomar de la vida; es por tanto un 'no' al vínculo, un 'no' a la definitividad, un tener la vida sólo para sí mismo".

En cambio, "el celibato es precisamente lo contrario: es un 'sí' definitivo, es un dejarse tomar de la mano por Dios, entregarse en las manos del Señor, en su 'yo', y es por tanto un acto de fidelidad y de confianza, un acto que supone también la fidelidad del matrimonio; es precisamente lo contrario de este 'no', de esta autonomía que no quiere obligarse, que no quiere entrar en un vínculo; es precisamente el 'sí' definitivo que supone, confirma el 'sí' definitivo del matrimonio"; es decir, de la forma bíblica y natural de relacionarse el hombre y la mujer que está en la raíz de nuestra cultura.

En definitiva, "el celibato confirma el 'sí' del matrimonio con su 'sí' al mundo futuro, y así queremos seguir y hacer presente este escándalo de una fe que pone toda su existencia en Dios".

En efecto –puede resumirse todo ello–: cuando la fe flaquea, se oscurece la vida futura y con ello surge el fantasma del miedo al compromiso, sea en el celibato, sea en la vida matrimonial, por querer aferrarse y encerrarse en el presente individualista, cerrando los ojos a la belleza y la fuerza de la vida eterna que la fe anuncia e inaugura.

Somos conscientes, observa Benedicto XVI, de que junto a este gran escándalo que produce la fe, y que el mundo no quiere ver, están también "los escándalos secundarios de nuestras insuficiencias, de nuestros pecados, que oscurecen el verdadero y gran escándalo, y hacen pensar: ¡Pero no viven realmente fundados en Dios!".

"¡Pero –responde– hay mucha fidelidad!" Y "el celibato, precisamente las críticas lo muestran, es un gran signo de la fe, de la presencia de Dios en el mundo". Por eso debemos rezar a Dios "para que nos ayude a hacernos libres de los escándalos secundarios" de modo "que se haga presente el gran escándalo de nuestra fe: ¡la confianza, la fuerza de nuestra vida, que se funda en Dios y en Jesucristo!".


Para mayor información sobre las publicaciones del Padre Pellitero, ingresar a:
www.unav.es/tdogmatica/profesores/pellitero/

viernes, 4 de junio de 2010

"Rogad, pues, al Dueño de la mies que mande obreros"


"Rogad, pues, al Dueño de la mies que mande obreros". Eso significa: la mies existe, pero Dios quiere servirse de los hombres, para que la lleven a los graneros. Dios necesita hombres. Necesita personas que digan: "Sí, estoy dispuesto a ser tu obrero en esta mies, estoy dispuesto a ayudar para que esta mies que ya está madurando en el corazón de los hombres pueda entrar realmente en los graneros de la eternidad y se transforme en perenne comunión divina de alegría y amor". "Rogad, pues, al Dueño de la mies" quiere decir también: no podemos "producir" vocaciones; deben venir de Dios. No podemos reclutar personas, como sucede tal vez en otras profesiones, por medio de una propaganda bien pensada, por decirlo así, mediante estrategias adecuadas. La llamada, que parte del corazón de Dios, siempre debe encontrar la senda que lleva al corazón del hombre. Con todo, precisamente para que llegue al corazón de los hombres, también hace falta nuestra colaboración. Ciertamente, pedir eso al Dueño de la mies significa ante todo orar por ello, sacudir su corazón, diciéndole: "Hazlo, por favor. Despierta a los hombres. Enciende en ellos el entusiasmo y la alegría por el Evangelio. Haz que comprendan que este es el tesoro más valioso que cualquier otro, y que quien lo descubre debe transmitirlo". Nosotros sacudimos el corazón de Dios. Pero no sólo se ora a Dios mediante las palabras de la oración; también es preciso que las palabras se transformen en acción, a fin de que de nuestro corazón brote luego la chispa de la alegría en Dios, de la alegría por el Evangelio, y suscite en otros corazones la disponibilidad a dar su "sí". Como personas de oración, llenas de su luz, llegamos a los demás e, implicándolos en nuestra oración, los hacemos entrar en el radio de la presencia de Dios, el cual hará después su parte. En este sentido queremos seguir orando siempre al Dueño de la mies, sacudir su corazón y, juntamente con Dios, tocar mediante nuestra oración también el corazón de los hombres, para que él, según su voluntad, suscite en ellos el "sí", la disponibilidad; la constancia, a través de todas las confusiones del tiempo, a través del calor de la jornada y también a través de la oscuridad de la noche, de perseverar fielmente en el servicio, precisamente sacando sin cesar de él la conciencia de que este esfuerzo, aunque sea costoso, es hermoso, es útil, porque lleva a lo esencial, es decir, a lograr que los hombres reciban lo que esperan: la luz de Dios y el amor de Dios.

domingo, 30 de mayo de 2010

Homosexuales y adopción de menores

Hasta hace muy pocos años todo el mundo sabía lo que era un "matrimonio normal", lo que era un "homosexual" y quienes podían o no adoptar a un menor. A nadie, desde hace miles de años, se le ha ocurrido igualar la unión entre dos homosexuales con el matrimonio. De pronto, llegan los progres; y en nombre de su peculiar sentido de la libertad, igualdad y fraternidad, utilizan las palabras matrimonio y homosexual con significados opuestos al sentir general de la sociedad. Sorprendentemente, la adopción de menores por los homosexuales, se torna una exigencia, un derecho.

Zapatero, Presidente del Gobierno español, prometió que: "no sólo piensa aprobar los "matrimonios" homosexuales, sino también la adopción de niños por éstos "si hay consenso social" O sea, cuando él quiera.

"Ni qué decir tiene que los homosexuales son ciudadanos de pleno derecho, y por ello, acreedores de la misma consideración y respeto que merecen quienes no lo son. Pero eso no les da derecho, por muy bien organizados y concienciados que estén, a tratar de imponer a la mayoría, a través de poderosos grupos de presión, su particular visión del matrimonio y de las adopciones de menores"

Además, ¿a cuento de que viene crear este problema artificial? ¿Ignoran que por cada niño que en España necesita adopción hay muchísimas familias "normales" que para a adoptar a los niños tienen que ir a por ellos a China o al Perú? Nó, no lo ignoran, y esto quiere decir que les importan un comino los homosexuales y los niños, los cuales se utilizan como medio para arrebañar votos y conseguir el poder; para ello, los partidos de izquierda y algunos políticos despistados de la derecha o centro, no sólo tratan de cambiar el Derecho de Familia sino también el diccionario y el sentido del lenguaje. Se empieza por llamar matrimonio a cualquier unión de dos homosexuales , después se pedirá para las uniones de tres o más personas del mismo o diferente sexo, después … para lo que haga falta. Resultado: el desprestigio del verdadero matrimonio.

Destruyendo al matrimonio, se destruirá la familia y destruyendo la familia habremos destruido la sociedad. Entonces tendremos vía libre para implantar una nueva sociedad, que nadie sabe como será. En último término, el movimiento gay es sólo un eslabón más, de nuevas ideologías que pretenden la destrucción de la sociedad occidental: judeocristiana, romana y griega. Ya lo intentaron en Rusia y en China con consecuencias desastrosas. ¿Por qué la sustituiremos? ¿Por el islamismo, el budismo, la Nueva Era, …?

Todas las personas tenemos limitaciones, los homosexuales también, y con esas limitaciones hay que contar. Digan lo que digan las leyes, ignorarlas sería engañarnos y engañar a los demás. ¿Es una de esas limitaciones la adopción de menores? ¿Por qué se aducen tantas "razones" morales, físicas, científicas para justificar esas adopciones?. Generalmente, cuando se aducen muchas razones es porque no se tiene razón. Jarabes para la tos hay muchos porque ninguno cura.

Una duda nos ronda : El movimiento gay, parte de cuyas exigencias pueden ser legítimas, ¿ Es un movimiento genuino o está siendo orquestado y utilizado por poderes ocultos, por gentes a quienes sólo interesa el voto, el poder y que han visto en los homosexuales una fuente de votos e influencias?

La Iglesia Católica, como siempre, va muy por delante en materias de igualdad y libertad sobre las progresías de turno. Para empezar, el homosexual es considerado un hermano nuestro, hijo del mismo Padre. Sigue con el mandamiento básico: Amarás al prójimo como a ti mismo. El Catecismo de la Iglesia Católica continúa: «Deben ser acogidos – los homosexuales- con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta» (No. 2358).¿Por qué se ocultan estas afirmaciones en los medios de difusión?

Por otra parte, el Catecismo se muestra no menos claro al tratar con la moralidad de los matrimonios entre homosexuales: «Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso» (No. 2357). ¿Pero es que alguien no sabía esto?

Lo realmente vergonzoso y lamentable es que se haya elevado a la categoría de dogma político lo que no pasa de vulgar prostitución social y política. Como hay que justificar lo injustificable, se echa mano del "Relativismo Moral y Social" que como un cáncer esta minando el tejido de nuestras sociedades. Siempre se encuentra un "filósofo" capaz de convertir en verdad profunda, lo que no es más que una simple aberración. Así, todo vale. La única vara de medir son nuestros intereses, pasiones y deseos particulares. Lógicamente, chocan con la Iglesia Católica. Sin embargo, lo que la Iglesia condena en los homosexuales es lo mismo que condena en los heterosexuales: el uso del sexo fuera de los límites de toda razón y moral , el engaño disimulado y la degeneración social. Y esto si lo están imponiendo las mayorías políticas dominantes, no la Iglesia. La demagogia es letal para las democracias.

¿Saben Vds de algún político dispuesto a dar uno de sus hijos o hijas en adopción a una pareja de gays o lesbianas? ¿Qué dirían los políticos de relieve si a los porteros de los ministerios les llamamos "Ministros", a los bedeles de Institutos le ponemos el nombre de "Catedráticos", y a los cabos del regimiento les llamamos "Coroneles"?. No por eso dejarían de ser respetados porteros, bedeles y cabos; pero ministros, catedráticos y coroneles se habrían convertido en motivos de risas y chanzas, primer paso para su eliminación.

Legíslese para que ningún ciudadano sea injustamente discriminado. Ténganse en cuenta las deficiencias y limitaciones de cualquier grupo humano: Un ciego no debe conducir un autobús, ni un enfermo mental regir un hospital. Dejemos de enredar con las adopciones de menores , y pongamos a las uniones de homosexuales cualquier nombre, pero ¡nunca!, ¡nunca!, el de matrimonio; a no ser que lo que realmente se esté intentando sea destruir al matrimonio y a la familia

miércoles, 26 de mayo de 2010

Carta de un misionero uruguayo en Angola al New York Times

 

  

Montevideo (Uruguay), 26 May. 10 (AICA)

 
 

El sacerdote salesiano Martín Lasarte envió una carta al diario New York Times respecto a la morbosa insistencia sobre los sacerdotes pedófilos, carta que el diario neoyorquino nunca publicó. La carta comienza diciendo: "Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

      Y continúa: "Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños serán siempre de una prioridad absoluta.

      "Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico, la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en los detalles de la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de los Estados Unidos, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… ¡Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta de odio.

      "Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía a hacerlo y las ONG's no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 kilómetros cuadrados, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños.

      "No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y de la ONU.

     "No es noticia que un sacerdote de 75 años, el padre Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como padre Stefano, tengan casas para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando a los enfermos y desesperados.

     "No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos, o sobre todo en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

     "No es noticia que mi amigo, el padre Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región. Ninguno pasa de los 40 años.

     "No es noticia acompañar la vida de un sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

     "La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

     "No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura.

     "Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico con la cual me siento ofendido.

     "Sólo le pido, amigo periodista, que busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión".

    Firma: Padre Martín Lasarte, misionero uruguayo en Angola.+

 
 

  

AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente

lunes, 24 de mayo de 2010

Murio el ateo que concluyo: “ Hay Dios”

Juanjo Romero

    

viernes, 21 de mayo de 2010  

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los ateos se veían liderados por personajes fieles a sus principios, buscadores de la verdad y que se atrevían al debate, como el famoso de B. Russell con el jesuita Copleston.

El referente de esa época, por su estilo y coherencia, fue Anthony Flew, quien murió el 8 de abril. Sólo "La Vanguardia" (Española) le dedicó noticia.

Con 87 años el filósofo era un pedazo de historia. En su juventud asistió al Club Socrático de C.S. Lewis, pero al margen de admiración por el maestro —"un hombre eminentemente razonable"— no sacó mucho más que una fidelidad inquebrantable al pensador griego: "sigue el argumento hasta sus últimas consecuencias".

Hábil polemista, su presunción de ateísmo (que resolvía la aporía atea de demostrar la no existencia) y las críticas a la vida después de la muerte y del libre albedrío (fue marxista y determinista) eran la munición intelectual de la que se servían otros ateos. Dos de sus escritos "Dios y la Filosofía" (1966) y "La presunción de ateísmo" (1984), eran los libros de cabecera de la secta atea y el artículo "Teología y Falsificación" uno de los más citados durante 20 años.

Pero a partir del año 2000 comenzaron los rumores de la conversión de Flew, que confirmó el propio Anthony en 2004 en una entrevista: "Ateo se vuelve teísta", cierto que era al "Dios aristotélico", pero echaba por tierra toneladas de falacias, fallos de argumentación y negación de las evidencias de los últimos avances científicos. En el fondo, si Dios cupiese entero en nuestras cabezas, bien pequeño sería.

Era la consecuencia "lógica" de su admiración por los argumentos teleológicos y la fuerza de los hechos: "Los argumentos más impresionantes de la existencia de Dios son aquéllos que son apoyados por recientes descubrimientos científicos".

Tres años después publicaba "Hay un Dios. Cómo el más famoso ateo cambió de parecer", un libro que conmocionó a la comunidad atea hasta tal punto que pusieron en duda que hubiese sido escrito por él. Acusaron al coautor —Roy A. Varghese— de haberlo secuestrado e inventado todo el contenido. El propio Flew tuvo que remitir una nota a través de la editorial:

"Mi nombre está en el libro y representa exactamente mis opiniones. No permitiré que se publique un libro con mi nombre con el cual no estoy cien por ciento de acuerdo. Necesité que alguien lo escribiera porque tengo 84 años. Ése fue el papel de Roy Varghese. La idea que alguien me manipuló porque soy viejo es exactamente incorrecta. Puedo ser viejo, pero es difícil que alguien me manipule. Éste es mi libro y representa mi pensamiento".

Empujaba con fuerza el "Nuevo Ateísmo", y esa generación de ateos bienpensantes fue sustituida por divulgadores de segunda fila como el autoproclamado "apóstol del ateísmo" Richard Dawkins.

Flew lo contaba así en una de las últimas entrevistas, al ser preguntado por su cambio (conversión intelectual):

"Dos factores fueron especialmente decisivos. Uno fue mi creciente empatía con la idea de Einstein y de otros científicos notables de que tenía que haber una Inteligencia detrás de la complejidad integrada del universo físico. El segundo era mi propia idea de que la complejidad integrada de la vida misma —que es mucho más compleja que el universo físico— sólo puede ser explicada en términos de una fuente inteligente.

"Creo que el origen de la vida y de la reproducción sencillamente no pueden ser explicados desde una perspectiva biológica, a pesar de los numerosos esfuerzos para hacerlo. Con cada año que pasa, cuanto más descubrimos de la riqueza y de la inteligencia inherente a la vida, menos posible parece que una sopa química pueda generar por arte de magia el código genético.

"Se me hizo palpable que la diferencia entre la vida y la no-vida era ontológica y no química. La mejor confirmación de este abismo radical es el cómico esfuerzo de Richard Dawkins para aducir en 'El espejismo de Dios' que el origen de la vida puede atribuirse a un 'azar afortunado'. Si éste es el mejor argumento que se tiene, entonces el asunto queda zanjado. No, no escuché ninguna voz. Fue la evidencia misma la que me condujo a esta conclusión".

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El impacto multi-sensorial de una película


 

El cine tiene la capacidad de fascinarnos y de transportarnos a otros mundos de valores. Lo consigue por algunos efectos que hemos analizado últimamente, pero también porque ejerce sobre los espectadores un impacto multidimensional, es decir: afecta simultáneamente a todos nuestros sentidos.

A diferencia del periódico o de la revista, que afectan sólo al sentido de la vista; o a diferencia de la radio, que incide sólo sobre el oído, el cine influye en varios sentidos al mismo tiempo. Ofrece una imagen cuidada y estética, como la pintura o la fotografía (cuidando el encuadre, la composición, la luz); pero añade a la vez la sugestión del movimiento (como en la danza); y, al mismo tiempo, nos envuelve con la banda sonora (como en una audición musical); y realza la acción con efectos de sonido: la modulación de la voz, la retórica verbal, los diálogos…

Todo ello actúa simultáneamente en nuestro psiquismo: en nuestra mente y en nuestras emociones; nos resulta imposible anteponer un filtro a cada uno de esos estímulos; y, en consecuencia, resulta muy difícil sustraerse al impacto que puede producir una secuencia, o atemperar el juego de emociones que empiezan a suscitarse en nuestro interior. Si la historia conduce a un adulterio "por amor", podemos llegar a aprobar emocionalmente ese relato.

Leer el artículo completo…

(Si te gusta, reenvíaselo a tus contactos)

Alfonso Méndiz.

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Marija en España -Horarios



 

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=8818
 


 

To: albertolop2005@hotmail.com
Subject: Re: Marija viene a España
Date: Thu, 20 May 2010 17:27:28 +0200

 
 

En la iglesia del Colegio Nuestra Señora de las Maravillas (Guadalquivir 9), Madrid, 29 de Mayo.
>
> El programa será:
>
> 16:30 h Santo Rosario
> 17 -18 h Testimonio de Marija
> 18 -18:30 h Preguntas
> 18:40 h Aparición de Nuestra Señora
> 19 h Santa Misa
> 20 h Adoración

 
 

En otras ciudades, ver adjunto.

 
 

Un abrazo

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Los libros deuterocanónicos de la Biblia


 

A las 12:16 PM, por Daniel Iglesias 
Categorías : Sin categorías

Contrariamente a lo que sostienen muchos protestantes fundamentalistas, la Iglesia Católica no agregó ningún libro al Antiguo Testamento. Antes de Cristo hubo dos versiones del canon del Antiguo Testamento: una corta (la de los judíos palestinenses) y una larga (la de los judíos alejandrinos y helenistas). La versión larga incluía siete libros más que la corta: Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, 1 Macabeos y 2 Macabeos. También incluía algunas adiciones a los libros de Ester y Daniel. Hay indicios de que los judíos palestinenses también apreciaban y usaban esos libros, aunque no los admitían como canónicos.

Después de Cristo los judíos, al cabo de un cierto proceso, abandonaron el canon alejandrino y mantuvieron sólo el canon palestinense, el mismo de la Biblia hebrea actual. Sin embargo, la Iglesia primitiva utilizó sobre todo la "Biblia de los LXX", la más antigua versión del Antiguo Testamento en griego (compuesta en Alejandría en los siglos III, II y I antes de Cristo), que incluía los siete libros enumerados. El Nuevo Testamento contiene unas 300 citas de la "Biblia de los LXX". Muy pronto los cristianos se dieron cuenta de que la Iglesia tenía autoridad para determinar el canon de la Biblia, independientemente de Israel. 

Durante siglos hubo algunas discusiones dentro de la Iglesia Católica sobre la autenticidad de esos siete libros, que a partir de cierto momento fueron llamados "deuterocanónicos", para distinguirlos de los demás libros de la Biblia, llamados "protocanónicos". Por ejemplo, San Agustín se pronunció a favor de la canonicidad de los deuterocanónicos, mientras que San Jerónimo mantuvo una actitud reticente y algo contradictoria hacia ellos. Aunque ya en torno al año 400 varios documentos papales y sínodos se habían pronunciado a favor de la canonicidad de los deuterocanónicos, las discusiones prosiguieron (en parte debido a la opinión de San Jerónimo), a pesar de lo cual a lo largo de los siglos una mayoría cada vez más grande de los cristianos los consideró como canónicos. Finalmente, la cuestión fue resuelta de un modo explícito y autorizado, a favor de la canonicidad, en los Concilios Ecuménicos de Florencia (1442) y de Trento (1546).

En el siglo XVI, Lutero (sin autoridad para ello) quitó esos escritos del canon de la Biblia, en el ámbito protestante. Por lo tanto, ocurrió lo contrario de lo que afirman los protestantes fundamentalistas: los protestantes quitaron siete libros de la Biblia, los deuterocánicos.Para los católicos todos los libros de la Biblia son igualmente canónicos.

Por otra parte, se puede decir que la Iglesia Católica sí agregó unos cuantos libros a la Biblia, pero no en el Antiguo Testamento, sino en el Nuevo Testamento. En verdad todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos por miembros de la Iglesia Católica, fundada por Jesucristo.

Lutero, a su vez, estableció un falso "canon dentro del canon" al convertir su herética doctrina de la justificación por la sola fe en la vara con la que se deberían medir todas las enseñanzas del texto de la Biblia, recibido por los protestantes de la misma Iglesia Católica. Así Lutero se sintió tentado de quitar del canon bíblico también la carta de Santiago (contraria a su teología personal de la "sola fe"), la carta a los Hebreos, la carta de Judas e incluso el libro del Apocalipsis, pero al final se conformó con considerarlos "menos inspirados" (!?). Sin embargo, para un texto bíblico dado sólo caben dos posibilidades: o está inspirado por Dios o no está inspirado por Dios. No puede estar "medio inspirado", por la misma razón que una mujer no puede estar medio embarazada.

Daniel Iglesias Grèzes

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"Estaban reunidos y no rezando el rosario"


 
 

Por primera vez estoy de acuerdo con las declaraciones que ha hecho el Ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, cuando anuncia que Las Fuerzas de Seguridad, han detenido en Francia a cuatro terroristas de ETA. Dice: "Los detenidos estaban reunidos en el momento de la operación policial y por supuesto que no estarían rezando el rosario".

Con estas palabras que pronuncia Don Alfredo, reconoce que rezar el rosario, es una buena cosa. Gracias, señor Ministro porque su reflexión, puede calar hondo en muchas personas. Y, dicho de paso, mucha falta que hace a nuestro país que le dedicáramos un rosario cada día.

La Hermana Lucía de Fátima dijo al Padre Agustín Fuertes: "No hay problema, por más difícil que sea, que no podamos resolver con el rezo del Santo Rosario".

 
 

Carmen Ramírez

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"¡Menuda herencia nos dejas, papá!"

 
 

Hay muchas personas mayores, cuando digo mayores me refiero a aquellos que se han jubilado y se deprimen porque piensan que ya no pueden hacer nada en este mundo. Se acomodan en el sillón frente al televisor o cuando más se van al parque un rato a tomar el sol y poco más. Aunque, no todos. Tengo una amiga que cuando se jubiló decía: "no estoy jubilada", "estoy jubilosa".

Ahora, acabo de leer un artículo de José Luis Olaizola, titulado "La aventura tailandesa". Me encanta leer siempre a este señor, por su optimismo sobre la vida, teniendo en cuenta los años que tiene ya. Pues bien, en este artículo se refiere a un viaje que acaba de hacer a Tailandia, acompañado como siempre de su inseparable esposa, -que tampoco es una niña-.Cuenta: "Ha sido una aventura maravillosa, por la que doy gracias a Dios cada día; que en la senectud de mi vida haya puesto en mi camino la posibilidad de colaborar contra el drama de la prostitución infantil".

Lleva ocho años trabajando en esa ONG, "familiar y artesanal" como él la llama y con toda razón, ya que presidente y vicepresidenta son él y su mujer, los consejeros sus hijos a los que invitó a que se involucraran en esa aventura, cuando con ocasión de un viaje que hizo a ese país a dar una conferencia, conoció al misionero jesuita Alfonso de Juan, que lleva más de cuarenta años en Tailandia, y diez luchando contra la denominada industria del sexo. Un negocio millonario ante el que las autoridades cierran los ojos, porque creen que favorece al turismo. Agentes de esa siniestra industria recorren los pueblos comprando niñas, que cuando se encuentran en Bangkok o en Pattaya están perdidas; no conocen el idioma, las maltratan, llegan a mutilarlas para que no puedan escapar.

Hoy, gracias al padre Alfonso, a la familia Olaizola y a la cantidad de personas que con su generosa aportación económica están contribuyendo, hay mil niñas escolarizadas, que están aprendiendo una profesión, un oficio o un idioma, que les permita defenderse en la vida y escapar de la prostitución. ¡Ah! Y cien de esas niñas, están en la Universidad.

Por si alguna persona quiere colaborar en suscribir una beca, por una sola vez, de cien euros, o la cantidad que considere oportuna, la cuenta corriente es: Somos Uno, Caja Madrid, Entidad 2038, oficina 2495 DC 31, número 6000192025, para más información www.ongsomosuno.com.

"¡Menuda herencia nos dejas, papá!", le dicen sus hijos. ¡Con toda razón! Ya digo, que no importan los años para hacer cosas en la vida. Venga ánimo, a los que estén aburridos, que trabajo hay por todas partes. Y gracias José Luis, por acercarnos estas noticias tan gratificantes, que a muchos estoy segura nos va a ayudar.

Elena Baeza

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Niños violados


 
 

Sr. Director:

 
 

Cuando se empleen chiquillos menores de 13 años en la fabricación de cualquier clase de material obsceno, será penado con la cárcel, de uno a cuatro años, según el artículo 189 del Código Penal.

 
 

La Brigada de Investigación Tecnológica de la Comisaría General de Policía Judicial ha desplegado el mayor operativo contra las mafias dedicadas a la propagación de ficheros con embestidas carnales a pequeñas criaturas. Esta brigada ha sido galardonada con el premio internacional "Los niños primero", otorgado por UNICEF, por su operación contra la pornografía infantil.

 
 

Según aclararon fuentes de la indagación, entre el material fiscalizado en los domicilios de los arrestados, hay audiovisuales que contienen una descomunal crueldad con violencias sexuales a bebés.

 
 

En esta sociedad decadente hay que valorar al niño en toda su dimensión como una persona en desarrollo y que los adultos parece que tienen un empeño especial en ir "contra natura", degradando su integridad física y moral.

 
 

Gabriel Roselló

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La casilla de la Iglesia


 
 

 
 

La Iglesia católica aumenta por segundo año consecutivo los fondos que recibe de los contribuyentes a través del IRPF. En el pasado ejercicio, la cantidad ascendió a 252 millones de euros, 11 millones más que en 2008. Se trata de un dato especialmente significativo porque la crisis económica ha producido una sensible caída de la recaudación en este impuesto personal y directo. Además, el número de declaraciones que ejercen la opción de marcar una "X" en la casilla correspondiente creció también en más de 237.000. Una vez más, queda claro el fortísimo arraigo de la Iglesia en la sociedad española. No es difícil aventurar que este aumento tan relevante es una respuesta al acoso de determinados poderes públicos hacia las creencias muy mayoritarias entre los ciudadanos. Hay también otro factor determinante. En tiempo de crisis económica, la sociedad reconoce la labor de la Iglesia al servicio de fines de interés social. A través de Cáritas y de otras muchas entidades se desarrolla una labor callada y eficaz que suple con frecuencia las carencias de las prestaciones públicas, sin preguntar a nadie por los "papeles" o por los requisitos burocráticos.

 
 

 
 

Enric Barrull Casals

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Confunden aborto con anticoncepción


 
 

Ahora, que está a punto de entrar en vigor la ley del aborto libre, me parece interesante recordar algunas de las cosas que sus avaladores han dicho durante la tramitación Así, en su primera intervención ante el Senado, la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajin, defendió la reforma de la ley del aborto con un discurso de corte feminista en el que cometió algunos errores de bulto, especialmente cuando afirmó que la ley pretende que "las mujeres que no lo desean no se queden embarazadas". La dirigente socialista no tuvo en cuenta que para abortar hay que estar primero embarazada.

 
 

Leire Pajín vendió a los senadores un discurso del más añejo feminismo. Habló de las mujeres que "presas del miedo y la clandestinidad" tenían que ir a interrumpir su embarazo al extranjero. También habló de mujeres que van a la cárcel, cuya intimidad se vulnera e incluso del "rechazo social" de las que abortan, cuando todo el mundo sabe que ninguna mujer ha ido a prisión por haber abortado.

 
 

La nueva senadora socialista utilizó en varias ocasiones el argumento de que el objetivo de la ley es "reducir el número de embarazos no deseados". Sin embargo, tan afirmación contradice la lógica de lo que defiende su grupo. Los embarazos no deseados no se pueden reducir abortando puesto que esto ya implica el embarazo en sí, sino que se reducirían con una educación sexual real y no demagógica o en otro caso mediante métodos anticonceptivos. Tal vez estas muestras de rigor sean suficientes para apreciar la altura de la nueva senadora y lo que se puede esperar de ella como parlamentaria y como secretaria de su partido.

 
 

 
 

Jesús Domingo Martínez

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Bueno le quiero pasa una pagina para que difunda la novena de la Virgen María Auxiliadora



www.salesianos.pe

Cristina

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Queremos invitaros a participar en la OFRENDA DE FLORES a Nuestra Señora del Rosario el día 30 mayo, en el que celebraremos EL DOMINGO DE LA ROSA en la Cofradía del Rosario.



 
 


 


 


 

Por ello os pedimos a todos aquellos que queráis participar: MANDADNOS UN MAIL A cofradiarosario@gmail.com INDICANDO CUÁNTAS AVEMARÍAS LE OFRECERÉIS ESE DÍA A NUESTRA MADRE POR LAS PETICIONES QUE ELLA DESEE. Lo publicaremos en la Web de la Cofradía (www.cofradiarosario.net/inicio.htm) y en nuestro perfil de Facebook http://www.facebook.com/event.php?eid=112714292103534.

 
 

YA TENEMOS MAS DE 100.000 AVEMARÍAS OFRECIDAS, PERO HACE FALTA DIVULGARLO MÁS...

 
 

Si conseguimos
20.000 PERSONAS QUE RECEN UNA PARTE DEL ROSARIO, alcanzaremos el millón de Avemarías y le daremos una alegría maravillosa a Nuestra Madre. Será un magnífico regalo que ella recibirá, y que convertirá en gracias para el mundo. Por ello os rogamos que lo reenviéis a vuestros contactos (gracias).

 
 

¡Que Nuestra Señora os bendiga y os ayude a crecer en el amor a su divino Hijo Jesucristo!

 
 

Un cordial saludo, unidos en la oración:

 
 

Ignacio Méndez y Candelaria Pérez

Matrimonio Presidente

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La Teología del Cuerpo

Profundizando en el legado de Juan Pablo II

ROMA, jueves 20 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Por el interés del tema, publicamos la Lectio magistralis pronunciada por monseñor Jean Laffitte, Secretario del Consejo Pontificio para la Familia, en la Facultad de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, el pasado 22 de abril.

La segunda parte de esta conferencia se publicará en el servicio de mañana viernes 21 de mayo.

* * * * *

El cuerpo humano y sus significados

Quisiera comenzar esta intervención mía con una primera observación sobre el título elegido: "Teología del cuerpo". Verdaderamente la expresión es paradójica. El discurso sobre Dios, teo-logía, se refiere a la persona humana considerada en su totalidad y no sólo en una dimensión de su ser, aquí, el cuerpo. Por tanto, cuando se habla de teología del cuerpo, es necesario entender desde el principio en qué acepción se entiende la palabra cuerpo. Se trata de toda la persona humana, considerada en su dimensión corpórea. Hablamos así de un cuerpo animado, cuyos fenómenos pueden ser estudiados en el campo de varias ciencias: fisiología, anatomía, todos los sectores de las ciencias biomédicas. No es en este restringido sentido fisiológico como la palabra cuerpo debe ser entendida en nuestra perspectiva. De hecho, el cuerpo humano tiene otros significados. En la medida en que hace presente y visible a toda la persona humana, es portador de valores simbólicos: el cuerpo es la modalidad en la que la persona se hace presente. Cada persona se deja contemplar en su cuerpo; el cuerpo es único, singular, personal. Es ciertamente una realidad carnal. Con todo, está animado no de la forma en que un robot estaría animado por movimientos mecánicos y estereotipados, sino de un modo tal que será en seguida identificado como el cuerpo de esta persona precisa. En este sentido, todos los cuerpos son distintos, porque las personas son distintas.

Si nos queremos limitar a la antropología de San Pablo, como la encontramos expresada por ejemplo en la primera carta a los Tesalonicenses, donde el Apóstol se refiere al hombre "todo entero espíritu, alma y cuerpo" (1 Ts 5,23), vemos que una realidad invisible, indicada por los dos términos "alma" y "espíritu", sobre los que diremos luego algo, se completa con un dato material, visible, expresado por la palabra "cuerpo". Como lo hizo observar justamente Denis Biju-Duval [1], esta antropología no debe oponerse a la clásica distinción entre alma y cuerpo, más familiar a los espíritus occidentales. Según este autor, las dos antropologías (alma-cuerpo y espíritu-alma-cuerpo) han sido opuestas artificialmente, sustantivando los términos semíticos, expresados en la Biblia en forma de adjetivos: lo espiritual (pneumatikos), lo psíquico (psychikos). Las realidades espiritual y psíquica remiten a la interioridad del hombre, al corazón, lugar simbólico tanto de la decisión (espiritual) sea de los sentimientos y de la afectividad (psíquica). La interioridad del hombre se comprende sólo en la tensión con su exterioridad. La carne expresa lo que de algún modo sucede en el corazón del hombre. Esto es tan cierto que, para designar la realidad interior del hombre, se usan a menudo símbolos e imágenes inspiradas en la exterioridad (además del lenguaje espacial, como para el binomio interior-exterior, encontramos elementos orgánicos, el "corazón", el "aire puro", las "vísceras", o incluso elementos naturales, hablando del corazón como de una "tierra fértil" o "estéril", como de un templo", de una casa, etc.).

Además de esta función de revelar algo escondido, el cuerpo tiene el papel de mediar entre el hombre y el mundo. Existe una cierta ambigüedad del cuerpo en la medida en que se encuentra por así decirlo a medio camino entre un objeto recibido (Körper) y un hecho asumido (Leib), entre, si queremos, el haber y el ser: "tengo" un cuerpo que me causa sufrimiento o placer, pero al mismo tiempo, "soy" un cuerpo, de forma que quien ataca o hiere mi cuerpo ataca o hiere a toda mi persona. Soy mi cuerpo. Mi cuerpo exige naturalmente respeto.

Me parece que las distinciones hechas ayudan a entender que la palabra "cuerpo" es una realidad compleja. Queda ahora algo que decir sobre el otro término de nuestro título, "teología".

El cuerpo tiene un valor teológico por tres motivos fundamentales:

- El primero es el hecho de que ha sido querido por Dios y creado por él. Esta observación implica necesariamente que es portador de algunas finalidades intrínsecas.

- El segundo motivo es que Dios ha elegido el cuerpo humano como mediación para revelarse a los hombres: es el dato de la Encarnación. El Verbo se hizo carne.

- A estos dos elementos, Creación y Encarnación, debe añadirse un tercero, la Resurrección, que se refiere al destino final del cuerpo humano; es un dato que especifica la fe cristiana: la resurrección de los cuerpos. A pesar de su crecimiento, sus sufrimientos, su envejecimiento hasta la muerte, y su descomposición orgánica, el cuerpo humano está destinado a resucitar. En una visión de fe, este dato ha sido acreditado por el acontecimiento histórico fundamental que ha sido la resurrección de Jesús de entre los muertos. Es sobre la base d este acontecimiento que el cristiano cree verdaderamente que habrá una resurrección de los muertos; un acontecimiento fundamental para él y para todos los hombres, que serán integrados a la fuerza del Resucitado. Podríamos en otro lugar profundizar en el hecho de que la resurrección del cuerpo, lejos de ser una creencia irracional, se funda al contrario en la eminente coherencia de la fe, expresada en este campo por el destino común entre el cuerpo de cada bautizado y el cuerpo del Señor resucitado.

Es imposible fundar una "teología del cuerpo" sin integrar la certeza de la resurrección. Nos ayuda en este sentido el texto esencial d san Pablo en la primera carta a los Corintios: "El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder (1 Cor 6, 13-14). En el contexto d una enseñanza sobre el uso equivocado y pecaminoso del cuerpo que es la fornicación, el Apóstol saca las consecuencias morales de esta forma: "¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él (1 Cor 6, 15-17). En verdad, para ser completos, deberíamos prolongar la lectura de san Pablo, en particular recordar estas dos ideas secundarias de que el cuerpo es "templo del Espíritu Santo", y de que el hombre ya no se pertenece, desde el momento en que ha sido "comprado a caro precio por el Señor". El caro precio ha sido el del Calvario, de la pasión y de la muerte de Jesús en el leño de la cruz.

Para resumir en pocas palabras estos fundamentos de la "Teología del cuerpo", es necesario no olvidar ninguno de los elementos apenas evocados: creación del hombre por Dios y por tanto creación de su propio cuerpo, asunción del cuerpo humano del cuerpo humano por el Hijo eterno del Padre, resurrección de Jesús y resurrección de los hombres en su persona, presencia del Espíritu de Dios como en un templo, dando al cuerpo humano una dignidad excelsa.


 

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[1] Biju-duval D.; La profondità del cuore. Tra psichico e spirituale (Prefacio de J. Laffitte), Effatà Editrice, Cantalupa (To) 2009, pp. 29-41


 


 

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

jueves, 20 de mayo de 2010

“Los jóvenes leen mitología porque buscan valores”


 

Entrevista al autor de la saga "Iván de Aldénuri"

SAN SEBASTIÁN, miércoles 19 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Lleva unos 25.000 ejemplares vendidos, dentro y fuera de España, ha sido traducida al inglés y al croata, y está en trámites para ser el guión de una película. Se trata de la saga Iván de Aldénuri, compuesta por tres volúmenes: El bosque de los Thaurroks, La herencia de Bérehor y El asedio de Muihl-Athern (ed. LibrosLibres).

Con un indiscutible sabor tolkieniano, sin embargo la saga tiene particularidades que la hacen muy apropiada para el público juvenil, y un interesante trasfondo de valores cristianos.

Su autor, Juan Antonio Pérez Foncea, es invitado cada poco por colegios e institutos de toda España para hablar de su personaje. Actualmente prepara una segunda saga, del estilo de la anterior, Thúval de Invérnnia, cuyo primer volumen se publicará este mismo año.

-¿Cómo surgió la historia de Iván de Aldénuri? ¿Fue una inspiración?

Juan Antonio Pérez Foncea: Yo digo siempre que fue una especie de milagro. Yo soy abogado, nunca se me había ocurrido escribir nada. Ocurrió el 3 de abril de 2002 a las cuatro de la tarde, un día que estaba especialmente cansado por un tema del despacho, que estaba llevando ya varias semanas y que era muy complicado. Me puse a escribir durante veinte minutos o media hora, y luego seguí con el tema que me preocupaba.

Después de unos quince días, sin acordarme de aquello, en la pantalla de mi ordenador había un archivo que ponía "historia". Como los abogados somos gente seria y no escribimos historias en el despacho, me dispuse a borrarlo, y conforme lo llevaba con el cursor a a papelera, algo dentro de mí dijo: "¿no vas a leerlo antes de tirarlo?".

Así que lo abrí, lo leí y me gustó bastante. Me recordaba a Tolkien y El Señor de los Anillos, por lo que seguí escribiendo como hobby. Lo terminé en nueve meses y lo mandé a la editorial LibrosLibres, que en seguida me contestó.

Se trata de una historia épica, y en ella se reflejan mis tres pasiones, que son la naturaleza, los pueblos europeos primitivos y el gusto por las etimologías, por el lenguaje. Creo que las palabras tienen connotaciones que van más allá de sus propios significados. Me gusta jugar con la eufonía de las palabras, inventar términos que tienen que ver con lugares en los que he vivido, idealizados.

-Ahora mismo ¿en qué proyectos está trabajando?

Juan Antonio Pérez Foncea: Ahora mismo estoy trabajando en una segunda saga, sin conexión con la anterior, Thúval de Invérnnia. El primer libro está ya en fase de corrección y publicación.

Para quien no lo sepa, ese nombre corresponde a uno de los nietos de Noé, que según una leyenda, recogida en las Crónicas de Alfonso X el Sabio, fue el primer hombre que habitó en España después del Diluvio. Por supuesto, mi libro no es novela histórica, pero me parece interesante explicar el origen de este nombre.

Thúval, el personaje, tiene dos detalles, que me parecieron importantes: uno, es cojo, y otro, su estrecha relación con los animales.

Este segundo detalle se me ocurrió tras conocer la historia de una mujer judía alemana, que cuenta que cuando tenía 7 años se perdió en un bosque, huyendo de los nazis. La encontraron unos lobos, y una loba, por instinto maternal, la cuidó durante todo el invierno, dándole de comer y protegiéndola. Esta historia la he asumido también para Thúval.

Respecto a la cojera, es significativo, como defecto que el personaje tiene que superar.

-Sus jóvenes lectores ¿qué es lo que más aprecian de la saga?

Juan Antonio Pérez Foncea: Pues la verdad es que recibo muchas cartas, e-mails, y hay preferencias para todos los gustos. Recuerdo que el otro día en México, en la Feria del Libro de Guadalajara, y vino un chico de unos 25 años que me dijo: "lo que más me gusta es lo que dice de la esperanza".

En general, los lectores de más edad se fijan en los valores reflejados por el libro, mientras que los más jóvenes prefieren la acción y la aventura.

-Iván de Aldénuri, y muchas otras obras, se inspiran en Tolkien. ¿Qué ha aportado El Señor de los Anillos a la literatura fantástica actual?

Juan Antonio Pérez Foncea: Se podrían dar muchas respuestas. Yo creo que en la cultura actual, tan materialista, tan artificiosa y con tantos medios técnicos, las jóvenes generaciones tienen nostalgia de mundos más románticos, más sencillos.

Por otro lado, los libros de Tolkien están llenos de valores cristianos, de valores perennes para la humanidad, valores imperecederos que "calan" en la gente. Aparte, yo creo que es una literatura que ha existido siempre, desde los libros de caballerías. Y que refleja muy bien la lucha entre el bien y el mal que todos llevamos dentro.

-¿Podría tener también que ver con un cierto desencanto hacia el progreso, y con la búsqueda de nuevas fuentes de inspiración?

Juan Antonio Pérez Foncea: Eso es indudable, como reconocía expresamente el propio Tolkien. Pero hay más, como muestra una célebre conversación entre Tolkien y su amigo C.S. Lewis a propósito de los mitos y la búsqueda de la verdad: las historias fantásticas son verdaderas, en la medida en que despiertan esa "chispa" que todos llevamos dentro, de necesidad de retorno hacia Dios. Para el autor de El Señor de los Anillos, cuanto más profunda era esa búsqueda del ser del hombre, tanto más adecuadas resultaban estas historias fantásticas, de epopeyas.

-La mitología es una búsqueda. ¿Qué cree usted que buscan hoy los jóvenes, cuando acuden a la literatura mitológica?

Juan Antonio Pérez Foncea: Eso lo veo yo constantemente en las cartas que recibo. Dice un autor que hoy, un niño que nace en España, lo primero que hace es bostezar. Los jóvenes viven muy alienados, todo se nos presenta como previsto, medido, tasado, y a la vez ayunos de valores. Muchos acuden a este tipo de literatura en búsqueda de valores, de sentido. Y también es literatura de evasión, que ayuda a escapar del aburrimiento del día a día. Por contra, la tentación de caer en lo esotérico es muy habitual en la literatura fantástica.

-Un detalle muy poco habitual en los libros mitológicos, y por el que usted apuesta claramente en su obra, es que Iván de Aldénuri ¡tiene familia! Unos padres que le quieren mucho, unos hermanos gemelos, una hermana y una hermanita pequeña, un tío misterioso... ¿Cómo se le ocurrió?

Juan Antonio Pérez Foncea: Es verdad, en esta literatura el protagonista suele ser una persona sola, sin padres, sin arraigo, para poder afrontar el destino que le espera. Es un recurso literario muy común. En el caso de Iván de Aldénuri, lo hice de forma inconsciente, sin planificar.

Pero qué duda cabe que la familia es uno de los grandes valores del ser humano, a pesar de los ataques actuales. Conforme pasan los años, uno se da cuenta de cuán importante ha sido en su vida su familia, su infancia, sus hermanos, los libros que ha leído...

-Pero en el contexto actual, en que muchos de sus lectores probablemente carecerán de referencias como los hermanos, incluso la estabilidad familiar, ¿no era un poco arriesgado por su parte proponer una familia, lo que hoy dirían muchos, "tradicional"?

Juan Antonio Pérez Foncea: Yo diría que todo lo contrario. La experiencia me demuestra que muchas personas, que por la razón que sea, no ha tenido una experiencia de familia "plena", rica, extensa, con lazos fuertes, si llega a conocer algún caso, le sorprende y le fascina. Recuerdo el caso de una chica sueca que tenía un novio argentino, y cuando conoció a la familia de él, su primer comentario, entre lágrimas, fue: "yo creía que esto ya no existía". La familia es algo maravilloso.

-Por último, ¿no es arriesgado proponer hoy la existencia de una lucha entre el bien y el mal, en una sociedad que la niega?

Juan Antonio Pérez Foncea: Tampoco. Hay un dicho antiguo que dice que la verdad "sólo tiene un camino". El relativismo de hoy pretende negar una cosa que es evidente, y es la existencia del bien y del mal. Y esa lucha entre uno y otro la tenemos todos, lo queramos reconocer o no. La verdadera batalla épica de la vida no es salir a la calle con una espada a matar orcos, sino que tiene lugar en nuestro interior. Hay personajes de la saga que cambian, a mejor y a peor.

Y eso es algo que siempre atraerá, por la sencilla razón de que es verdad. En una película, todos nos identificamos con el héroe, que se sacrifica a sí mismo para que triunfe el bien. Y eso es lo que un buen libro propone: que disfrutando, intentemos ser mejores.


 

Más información: www.ivandealdenuri.com

[Por Inma Álvarez]

Ser cristianos hoy


 

La Razón

Cardenal Cañizares

19/05/10

Los cristianos –fieles laicos, jerarquía de la Iglesia, todos– nos hallamos en este mundo en una situación de exilio cultural muy semejante al de las primeras comunidades cristianas en el mundo pagano o judío, pero con una diferencia fundamental: que el cristianismo constituía entonces una novedad, mientras la sociedad actual cree conocerlo. Esta sociedad nuestra ha aprendido, por así decirlo, a interpretarlo, en las claves que a ella le son familiares, como ideología, como estructura de poder, como sistema abstracto de valores, como sentido estético, o sentimiento afectivo, o vivencia privada.


 

Por desgracia, con mucha frecuencia, los mismos cristianos interpretamos así nuestra propia fe, y ése es quizá el obstáculo más persistente para una nueva evangelización, que, ante todo, habrá de ser obra de testimonio. En vez de juzgar el mundo desde las categorías que nos proporciona la experiencia de la fe, juzgamos la fe desde las categorías del mundo. Es fundamental que se remueva en nosotros la experiencia de fe, que vuelva a darse en nosotros esa sorpresa y gratitud sin límite por una gracia presente y una certeza que sostiene la vida: la gracia y la certeza de la verdad y del amor sin límite en nuestras vidas que nos afecta de manera incondicional y decisiva, que nos llena por completo y nos hace experimentar la riqueza total que entraña para nuestro humano vivir; la gracia y la certeza de una persona que es Jesucristo en la Cruz, Cristo que vive y está presente con nosotros.


 

Un discurso abstracto acerca de Jesús, una idea sobre Él, o un conjunto de valores que en él pueden descubrirse no bastan para llenar la vida del hombre, moverle a cambiar de vida, hacerle de verdad feliz y dichoso. Sólo puede ser el testimonio de algo que a uno le ha sucedido en la vida, el testimonio de la redención de Cristo, de la que brota una vida nueva esperanzada, libre y dichosa, una visión nueva, una mirada nueva sobre toda la realidad que se extiende a todas las facetas de la vida, las llena de sentido y las ilumina.


 

Un testimonio puede ser rechazado o acogido, pero no es algo de lo que se pueda discutir por mucho tiempo; como el ciego de nacimiento: «Yo sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo»; que me he encontrado con Jesucristo en mi camino y, como al paralítico, me ha hecho andar. La clave es el encuentro con Jesucristo, como les sucedió a Andrés y a Juan, como le sucedió a Pedro: «¿A quién vamos a acudir?; Tú tienes palabras de vida eterna»; o como a Pablo: «Para mí la vida es Cristo»; «¿quién podrá apartarnos del amor de Cristo?»; o como a Zaqueo: «Daré la mitad de mis bienes». Si uno se queda detenido en valores, en conceptos e ideas, por muy atractivos que sean, y no se encuentra con la persona misma de Jesucristo y se confía a Él, no ha llegado hasta el final para ver y palpar la grandeza de ser hombre, la felicidad y la vida, la salvación que en Él se nos da. Pongo un caso real: Se me acerca una madre con sus tres hijos en un lugar de oración, de adoración y encuentro con Dios, a muchos metros de altura: los tres hijos liberados de la droga. Me dijeron lo que les había pasado, el encuentro con Jesucristo los había curado; y me dijeron: «Dígaselo a todos: El, Cristo nos ha curado; hemos ido a muchos lugares, pero sólo Él, aquí, nos ha curado, nos ha salido a nuestro paso, y ya nos ve, sanados».


 

Se puede imaginar lo que a uno se le pasa por la cabeza cuando oye una historia así contada por la persona que la ha vivido. Aún me estremezco y conmuevo al recordarla, y que expresa de forma muy expresiva y significativa lo que sucede cuando uno se encuentra de verdad con Cristo vivo. Ciertamente se trata de una historia dramática, pero que menos dramáticamente, de una manera u otra, puede ser vivida por cualquiera. Contra aquello no caben argumentos. Los hechos son los hechos, son tozudos. La verdad está ahí. ¡Qué alegría y qué agradecimiento tan grandes! ¡Qué felicidad y qué esperanza rezumaban aquellos jóvenes con su madre! Qué dicha tan imposible de arrebatar y qué ganas de vivir!, la de aquellos jóvenes y la de aquella madre cargada de sufrimientos. Como muchos de hoy, jóvenes y no tan jóvenes, habían probado todo o casi todo lo que ofrece esta sociedad nuestra para ser felices, para vivir: sucedáneos, que en modo alguno pueden llenar ni colmar la esperanza, sólo sirven para eso: pasarlo bien y disfrutar; pero se pasa; y el goce siempre resulta efímero, y no hace ser feliz, vivir en la alegría y en el gozo de la vida, ni en la luz de la esperanza. ¿Dónde podemos encontrar una humanidad verdadera, dónde podremos encontrar aquello que llena de verdad la vida?, nos preguntan tantos hoy.


 

Los cristianos no podemos y no deberíamos ofrecer otra respuesta que la que daban, como testimonio, aquella madre y aquellos hijos: ¡en Jesucristo! el Hijo de Dios vivo, Amor encarnado, hecho Compañero y Hermano nuestro en la vida de la Iglesia, donde uno puede encontrar el amor que sostiene la vida, donde uno puede encontrar la verdad de cuál es nuestra vocación, de quiénes somos; donde uno puede encontrar la respuesta a la pregunta «¿quién soy yo, para qué se me ha dado la vida?»; donde se puede ver y palpar la verdad de aquellas palabras de Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna?».

sábado, 15 de mayo de 2010

¿Cómo interpretar el Tercer Secreto de Fátima?


¿Cómo debemos entender la visión, qué hay que pensar de la misma?
Autor: Joseph Card. Ratzinger | Fuente: www.vatican.va


 

Quien lee con atención el texto del llamado tercer "secreto" de Fátima, que tras largo tiempo, por voluntad del Santo Padre, viene publicado aquí en su integridad, tal vez quedará desilusionado o asombrado después de todas las especulaciones que se han hecho. No se revela ningún gran misterio; no se ha corrido el velo del futuro. Vemos a la Iglesia de los mártires del siglo apenas transcurrido representada mediante una escena descrita con un lenguaje simbólico difícil de descifrar. ¿Es esto lo que quería comunicar la Madre del Señor a la cristiandad, a la humanidad en un tiempo de grandes problemas y angustias? ¿Nos es de ayuda al inicio del nuevo milenio? O más bien ¿son solamente proyecciones del mundo interior de unos niños crecidos en un ambiente de profunda piedad, pero que a la vez estaban turbados por las tragedias que amenazaban su tiempo? ¿Cómo debemos entender la visión, qué hay que pensar de la misma?


Revelación pública y revelaciones privadas - su lugar teológico

Antes de iniciar un intento de interpretación, cuyas líneas esenciales se pueden encontrar en la comunicación que el Cardenal Sodano pronunció el 13 de mayo de este año al final de la celebración eucarística presidida por el Santo Padre en Fátima, es necesario hacer algunas aclaraciones de fondo sobre el modo en que, según la doctrina de la Iglesia, deben ser comprendidos dentro de la vida de fe fenómenos como el de Fátima. La doctrina de la Iglesia distingue entre la «revelación pública» y las «revelaciones privadas». Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia.

El término «revelación pública» designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento. Se llama «revelación» porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta el punto de hacerse él mismo hombre, para atraer a sí y para reunir en sí a todo el mundo por medio del Hijo encarnado, Jesucristo. No se trata, pues, de comunicaciones intelectuales, sino de un proceso vital, en el cual Dios se acerca al hombre; naturalmente en este proceso se manifiestan también contenidos que tienen que ver con la inteligencia y con la comprensión del misterio de Dios. El proceso atañe al hombre total y, por tanto, también a la razón, aunque no sólo a ella. Puesto que Dios es uno solo, también es única la historia que él comparte con la humanidad; vale para todos los tiempos y encuentra su cumplimiento con la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. En Cristo Dios ha dicho todo, es decir, se ha manifestado así mismo y, por lo tanto, la revelación ha concluido con la realización del misterio de Cristo que ha encontrado su expresión en el Nuevo Testamento.

El Catecismo de la Iglesia Católica, para explicar este carácter definitivo y completo de la revelación, cita un texto de San Juan de la Cruz: «Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra...; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino que haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer cosa otra alguna o novedad» (n. 65, Subida al Monte Carmelo, 2, 22).

El hecho de que la única revelación de Dios dirigida a todos los pueblos se haya concluido con Cristo y en el testimonio sobre Él recogido en los libros del Nuevo Testamento, vincula a la Iglesia con el acontecimiento único de la historia sagrada y de la palabra de la Biblia, que garantiza e interpreta este acontecimiento, pero no significa que la Iglesia ahora sólo pueda mirar al pasado y esté así condenada a una estéril repetición. El Catecismo de la Iglesia Católica dice a este respecto: «Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos» (n. 66). Estos dos aspectos, el vínculo con el carácter único del acontecimiento y el progreso en su comprensión, están muy bien ilustrados en los discursos de despedida del Señor, cuando antes de partir les dice a los discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta... Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros» (Jn 16, 12-14). Por una parte el Espíritu, que hace de guía y abre así las puertas a un conocimiento, del cual antes faltaba el presupuesto que permitiera acogerlo; es ésta la amplitud y la profundidad nunca alcanzada de la fe cristiana. Por otra parte, este guiar es un «tomar» del tesoro de Jesucristo mismo, cuya profundidad inagotable se manifiesta en esta conducción por parte del Espíritu.

A este respecto el Catecismo cita una palabra densa del Papa Gregorio Magno: «la comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada lectura» (Catecismo de la Iglesia Católica, 94; Gregorio, In Ez 1, 7, 8). El Concilio Vaticano II señala tres maneras esenciales en que se realiza la guía del Espíritu Santo en la Iglesia y, en consecuencia, el «crecimiento de la Palabra»: éste se lleva a cabo a través de la meditación y del estudio por parte de los fieles, por medio del conocimiento profundo, que deriva de la experiencia espiritual y por medio de la predicación de «los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad» (Dei Verbum, 8).

En este contexto es posible entender correctamente el concepto de «revelación privada», que se refiere a todas las visiones y revelaciones que tienen lugar una vez terminado el Nuevo Testamento; es ésta la categoría dentro de la cual debemos colocar el mensaje de Fátima. Escuchemos aún a este respecto antes de nada el Catecismo de la Iglesia Católica: «A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia... Su función no es la de... "completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia» (n. 67). Se deben aclarar dos cosas:

1. La autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en efecto, en ella, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. La fe en Dios y en su Palabra se distingue de cualquier otra fe, confianza u opinión humana. La certeza de que Dios habla me da la seguridad de que encuentro la verdad misma y, de ese modo, una certeza que no puede darse en ninguna otra forma humana de conocimiento. Es la certeza sobre la cual edifico mi vida y a la cual me confío al morir.

2. La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública. El Cardenal Próspero Lambertini, futuro Papa Benedicto XIV, dice al respecto en su clásico tratado, que después llegó a ser normativo para las beatificaciones y canonizaciones: «No se debe un asentimiento de fe católica a revelaciones aprobadas en tal modo; no es ni tan siquiera posible. Estas revelaciones exigen más bien un asentimiento de fe humana, según las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles». El teólogo flamenco E. Dhanis, eminente conocedor de esta materia, afirma sintéticamente que la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos: el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres; es lícito hacerlo publico, y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión (E. Dhanis, Sguardo su Fatima e bilancio di una discussione, en: La Civiltà Cattolica 104, 1953, II. 392-406, en particular 397). Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma.


El criterio de verdad y de valor de una revelación privada es, pues, su orientación a Cristo mismo. Cuando ella nos aleja de Él, cuando se hace autónoma o, más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, más importante que el Evangelio, entonces no viene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo. Esto no excluye que dicha revelación privada acentúe nuevos aspectos, suscite nuevas formas de piedad o profundice y extienda las antiguas. Pero, en cualquier caso, en todo esto debe tratarse de un apoyo para la fe, la esperanza y la caridad, que son el camino permanente de salvación para todos.

Podemos añadir que a menudo las revelaciones privadas provienen sobre todo de la piedad popular y se apoyan en ella, le dan nuevos impulsos y abren para ella nuevas formas. Eso no excluye que tengan efectos incluso sobre la liturgia, como por ejemplo muestran las fiestas del Corpus Domini y del Sagrado Corazón de Jesús. Desde un cierto punto de vista, en la relación entre liturgia y piedad popular se refleja la relación entre Revelación y revelaciones privadas: la liturgia es el criterio, la forma vital de la Iglesia en su conjunto, alimentada directamente por el Evangelio. La religiosidad popular significa que la fe está arraigada en el corazón de todos los pueblos, de modo que se introduce en la esfera de lo cotidiano. La religiosidad popular es la primera y fundamental forma de «inculturación» de la fe, que debe dejarse orientar y guiar continuamente por las indicaciones de la liturgia, pero que a su vez fecunda la fe a partir del corazón.

Hemos pasado así de las precisiones más bien negativas, que eran necesarias antes de nada, a la determinación positiva de las revelaciones privadas: ¿cómo se pueden clasificar de modo correcto a partir de la Sagrada Escritura? ¿Cuál es su categoría teológica? La carta más antigua de San Pablo que nos ha sido conservada, tal vez el escrito más antiguo del Nuevo Testamento, la Primera Carta a los Tesalonicenses, me parece que ofrece una indicación. El Apóstol dice en ella: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías; examinad cada cosa y quedaos con lo que es bueno» (5, 19-21). En todas las épocas se le ha dado a la Iglesia el carisma de la profecía, que debe ser examinado, pero que tampoco puede ser despreciado. A este respecto, es necesario tener presente que la profecía en el sentido de la Biblia no quiere decir predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente, lo cual muestra el recto camino hacia el futuro.

El que predice el futuro se encuentra con la curiosidad de la razón, que desea apartar el velo del porvenir; el profeta ayuda a la ceguera de la voluntad y del pensamiento y aclara la voluntad de Dios como exigencia e indicación para el presente. La importancia de la predicción del futuro en este caso es secundaria. Lo esencial es la actualización de la única revelación, que me afecta profundamente: la palabra profética es advertencia o también consuelo o las dos cosas a la vez. En este sentido, se puede relacionar el carisma de la profecía con la categoría de los «signos de los tiempos», que ha sido subrayada por el Vaticano II: «...sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? » (Lc 12, 56). En esta parábola de Jesús por « signos de los tiempos» debe entenderse su propio camino, el mismo Jesús. Interpretar los signos de los tiempos a la luz de la fe significa reconocer la presencia de Cristo en todos los tiempos. En las revelaciones privadas reconocidas por la Iglesia -y por tanto también en Fátima- se trata de esto: ayudarnos a comprender los signos de los tiempos y a encontrar la justa respuesta desde la fe ante ellos.


La estructura antropológica de las revelaciones privadas

Una vez que con las precedentes reflexiones hemos tratado de determinar el lugar teológico de las revelaciones privadas, antes de ocuparnos de una interpretación del mensaje de Fátima, debemos aún intentar aclarar brevemente un poco su carácter antropológico (psicológico). La antropología teológica distingue en este ámbito tres formas de percepción o «visión»: la visión con los sentidos, es decir la percepción externa corpórea, la percepción interior y la visión espiritual (visio sensibilis - imaginativa - intellectualis). Está claro que en las visiones de Lourdes, Fátima, etc. no se trata de la normal percepción externa de los sentidos: las imágenes y las figuras, que se ven, no se hallan exteriormente en el espacio, como se encuentran un árbol o una casa. Esto es absolutamente evidente, por ejemplo, por lo que se refiere a la visión del infierno (descrita en la primera parte del «secreto» de Fátima) o también la visión descrita en la tercera parte del «secreto», pero puede demostrarse con mucha facilidad también en las otras visiones, sobre todo porque no todos los presentes las veían, sino de hecho sólo los «videntes». Del mismo modo es obvio que no se trata de una «visión» intelectual, sin imágenes, como se da en otros grados de la mística. Aquí se trata de la categoría intermedia, la percepción interior, que ciertamente tiene en el vidente la fuerza de una presencia que, para él, equivale a la manifestación externa sensible.

Ver interiormente no significa que se trate de fantasía, como si fuera sólo una expresión de la imaginación subjetiva. Más bien significa que el alma viene acariciada por algo real, aunque suprasensible, y es capaz de ver lo no sensible, lo no visible por los sentidos, una especie de visión con los «sentidos internos». Se trata de verdaderos «objetos», que tocan el alma, aunque no pertenezcan a nuestro habitual mundo sensible. Para esto se exige una vigilancia interior del corazón que generalmente no se tiene a causa de la fuerte presión de las realidades externas y de las imágenes y pensamientos que llenan el alma. La persona es transportada más allá de la pura exterioridad y otras dimensiones más profundas de la realidad la tocan, se le hacen visibles. Tal vez por eso se puede comprender por qué los niños son los destinatarios preferidos de tales apariciones: el alma está aún poco alterada y su capacidad interior de percepción está aún poco deteriorada. «De la boca de los niños y de los lactantes has recibido la alabanza», responde Jesús con una frase del Salmo 8 (v.3) a la crítica de los Sumos Sacerdotes y de los ancianos, que encuentran inoportuno el grito de «hosanna» de los niños (Mt 21, 16).

La «visión interior» no es una fantasía, sino una propia y verdadera manera de verificar, como hemos dicho. Pero conlleva también limitaciones. Ya en la visión exterior está siempre involucrado el factor subjetivo; no vemos el objeto puro, sino que llega a nosotros a través del filtro de nuestros sentidos, que deben llevar a cabo un proceso de traducción. Esto es aún más evidente en la visión interior, sobre todo cuando se trata de realidades que sobrepasan en sí mismas nuestro horizonte. El sujeto, el vidente, está involucrado de un modo aún más íntimo. Él ve con sus concretas posibilidades, con las modalidades de representación y de conocimiento que le son accesibles. En la visión interior se trata, de manera más amplia que en la exterior, de un proceso de traducción, de modo que el sujeto es esencialmente copartícipe en la formación como imagen de lo que aparece. La imagen puede llegar solamente según sus medidas y sus posibilidades. Tales visiones nunca son simples «fotografías» del más allá, sino que llevan en sí también las posibilidades y los límites del sujeto perceptor.

Esto se puede comprender en todas las grandes visiones de los santos; naturalmente, vale también para las visiones de los niños de Fátima. Las imágenes que ellos describen no son en absoluto simples expresiones de su fantasía, sino fruto de una real percepción de origen superior e interior, pero no son imaginaciones como si por un momento se quitara el velo del más allá y el cielo apareciese en su esencia pura, tal como nosotros esperamos verlo un día en la definitiva unión con Dios. Más bien las imágenes son, por decirlo así, una síntesis del impulso proveniente de lo Alto y de las posibilidades de que dispone para ello el sujeto que percibe, esto es, los niños. Por este motivo, el lenguaje imaginativo de estas visiones es un lenguaje simbólico. El Cardenal Sodano dice al respecto: «... no se describen en sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetizan y condensan sobre un mismo fondo, hechos que se extienden en el tiempo según una sucesión y con una duración no precisadas». Esta concentración de tiempos y espacios en una única imagen es típica de tales visiones que, por lo demás, pueden ser descifradas sólo a posteriori. A este respecto, no todo elemento visivo debe tener un concreto sentido histórico. Lo que cuenta es la visión como conjunto, y a partir del conjunto de imágenes deben ser comprendidos los aspectos particulares. Lo que es central en una imagen se desvela en último término a partir del centro de la «profecía» cristiana en absoluto: el centro está allí donde la visión se convierte en llamada y guía hacia la voluntad de Dios.


Un intento de interpretación del secreto de Fátima

La primera y segunda parte del secreto de Fátima han sido ya discutidas tan ampliamente por la literatura especializada que ya no hay que ilustrarlas más. Quisiera sólo llamar la atención brevemente sobre el punto más significativo. Los niños han experimentado durante un instante terrible una visión del infierno. Han visto la caída de las «almas de los pobres pecadores». Y se les dice por qué se les ha hecho pasar por ese momento: para «salvarlas», para mostrar un camino de salvación. Viene así a la mente la frase de la Primera Carta de Pedro: «meta de vuestra fe es la salvación de las almas» (1,9). Para este objetivo se indica como camino -de un modo sorprendente para personas provenientes del ámbito cultural anglosajón y alemán- la devoción al Corazón Inmaculado de María. Para entender esto puede ser suficiente aquí una breve indicación. «Corazón» significa en el lenguaje de la Biblia el centro de la existencia humana, la confluencia de razón, voluntad, temperamento y sensibilidad, en la cual la persona encuentra su unidad y su orientación interior. El «corazón inmaculado» es, según Mt 5,8, un corazón que a partir de Dios ha alcanzado una perfecta unidad interior y, por lo tanto, «ve a Dios». La «devoción» al Corazón Inmaculado de María es, pues, un acercarse a esta actitud del corazón, en la cual el «fiat» -hágase tu voluntad- se convierte en el centro animador de toda la existencia. Si alguno objetara que no debemos interponer un ser humano entre nosotros y Cristo, se le debería recordar que Pablo no tiene reparo en decir a sus comunidades: imitadme (1 Co 4, 16; Flp 3,17; 1 Ts 1,6; 2 Ts 3,7.9). En el Apóstol pueden constatar concretamente lo que significa seguir a Cristo. ¿De quién podremos nosotros aprender mejor en cualquier tiempo si no de la Madre del Señor?

Llegamos así, finalmente, a la tercera parte del «secreto» de Fátima publicado íntegramente aquí por primera vez. Como se desprende de la documentación precedente, la interpretación que el Cardenal Sodano ha dado en su texto del 13 de mayo, había sido presentada anteriormente a Sor Lucia en persona. A este respecto, Sor Lucia ha observado en primer lugar que a ella misma se le dio la visión, no su interpretación. La interpretación, decía, no es competencia del vidente, sino de la Iglesia. Ella, sin embargo, después de la lectura del texto, ha dicho que esta interpretación correspondía a lo que ella había experimentado y que, por su parte, reconocía dicha interpretación como correcta. En lo que sigue, pues, se podrá sólo intentar dar un fundamento más profundo a dicha interpretación a partir de los criterios hasta ahora desarrollados.

Como palabra clave de la primera y de la segunda parte del «secreto» hemos descubierto la de «salvar las almas», así como la palabra clave de este «secreto» es el triple grito: «¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!». Viene a la mente el comienzo del Evangelio: «paenitemini et credite evangelio» (Mc 1,15). Comprender los signos de los tiempos significa comprender la urgencia de la penitencia, de la conversión y de la fe. Esta es la respuesta adecuada al momento histórico, que se caracteriza por grandes peligros y que serán descritos en las imágenes sucesivas. Me permito insertar aquí un recuerdo personal: en una conversación conmigo Sor Lucia me dijo que le resultaba cada vez más claro que el objetivo de todas las apariciones era el de hacer crecer siempre más en la fe, en la esperanza y en la caridad. Todo el resto era sólo para conducir a esto.

Examinemos ahora más de cerca cada imagen. El ángel con la espada de fuego a la derecha de la Madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis. Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el mundo. La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego. La visión muestra después la fuerza que se opone al poder de destrucción: el esplendor de la Madre de Dios, y proveniente siempre de él, la llamada a la penitencia. De ese modo se subraya la importancia de la libertad del hombre: el futuro no está determinado de un modo inmutable, y la imagen que los niños vieron, no es una película anticipada del futuro, de la cual nada podría cambiarse. Toda la visión tiene lugar en realidad sólo para llamar la atención sobre la libertad y para dirigirla en una dirección positiva. El sentido de la visión no es el de mostrar una película sobre el futuro ya fijado de forma irremediable. Su sentido es exactamente el contrario, el de movilizar las fuerzas del cambio hacia el bien. Por eso están totalmente fuera de lugar las explicaciones fatalísticas del «secreto» que, por ejemplo, dicen que el atentador del 13 de mayo de 1981 habría sido en definitiva un instrumento del plan divino guiado por la Providencia y que, por tanto, no habría actuado libremente, así como otras ideas semejantes que circulan. La visión habla más bien de los peligros y del camino para salvarse de los mismos.

Las siguientes frases del texto muestran una vez más muy claramente el carácter simbólico de la visión: Dios permanece el inconmensurable y la luz que supera todas nuestras visiones. Las personas humanas aparecen como en un espejo. Debemos tener siempre presente esta limitación interna de la visión, cuyos confines están aquí indicados visivamente. El futuro se muestra sólo «como en un espejo de manera confusa» (cf. 1 Co 13,12). Tomemos ahora en consideración cada una de las imágenes que siguen en el texto del «secreto». El lugar de la acción aparece descrito con tres símbolos: una montaña escarpada, una grande ciudad medio en ruinas y, finalmente, una gran cruz de troncos rústicos. Montaña y ciudad simbolizan el lugar de la historia humana: la historia como costosa subida hacia lo alto, la historia como lugar de la humana creatividad y de la convivencia, pero al mismo tiempo como lugar de las destrucciones, en las cuales el hombre destruye la obra de su propio trabajo. La ciudad puede ser el lugar de comunión y de progreso, pero también el lugar del peligro y de la amenaza más extrema. Sobre la montaña está la cruz, meta y punto de orientación de la historia. En la cruz la destrucción se transforma en salvación; se levanta como signo de la miseria de la historia y como promesa para la misma.

Aparecen después aquí personas humanas: el Obispo vestido de blanco («hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre»), otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y, finalmente, hombres y mujeres de todas las clases y estratos sociales. El Papa parece que precede a los otros, temblando y sufriendo por todos los horrores que lo rodean. No sólo las casas de la ciudad están medio en ruinas, sino que su camino pasa en medio de los cuerpos de los muertos. El camino de la Iglesia se describe así como un viacrucis, como camino en un tiempo de violencia, de destrucciones y de persecuciones. Se puede ver representada en esta imagen la historia de todo un siglo. Del mismo modo que los lugares de la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes de la montaña y de la ciudad y están orientados hacia la cruz, también los tiempos son presentados de forma compacta. En la visión podemos reconocer el siglo pasado como siglo de los mártires, como siglo de los sufrimientos y de las persecuciones contra la Iglesia, como el siglo de las guerras mundiales y de muchas guerras locales que han llenado toda su segunda mitad y han hecho experimentar nuevas formas de crueldad. En el «espejo» de esta visión vemos pasar a los testigos de la fe de decenios. A este respecto, parece oportuno mencionar una frase de la carta que Sor Lucia escribió al Santo Padre el 12 de mayo de 1982: «la tercera parte del "secreto" se refiere a las palabras de Nuestra Señora: "Si no (Rusia) diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán destruidas"».

En el viacrucis de este siglo, la figura del Papa tiene un papel especial. En su fatigoso subir a la montaña podemos encontrar indicados con seguridad juntos diversos Papas, que empezando por Pío X hasta el Papa actual han compartido los sufrimientos de este siglo y se han esforzado por avanzar entre ellas por el camino que lleva a la cruz. En la visión también el Papa es matado en el camino de los mártires. ¿No podía el Santo Padre, cuando después del atentado del 13 de mayo de 1981 se hizo llevar el texto de la tercera parte del «secreto», reconocer en él su propio destino? Había estado muy cerca de las puertas de la muerte y él mismo explicó el haberse salvado, con las siguientes palabras: «...fue una mano materna a guiar la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se paró en el umbral de la muerte» (13 de mayo de 1994). Que una «mano materna» haya desviado la bala mortal muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones.

La conclusión del «secreto» recuerda imágenes que Lucía puede haber visto en libros de piedad y cuyo contenido deriva de antiguas intuiciones de fe. Es una visión consoladora, que quiere hacer maleable por el poder salvador de Dios una historia de sangre y lágrimas. Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan con ella las almas que se acercan a Dios. La sangre de Cristo y la sangre de los mártires están aquí consideradas juntas: la sangre de los mártires fluye de los brazos de la cruz. Su martirio se lleva a cabo de manera solidaria con la pasión de Cristo y se convierte en una sola cosa con ella. Ellos completan en favor del Cuerpo de Cristo lo que aún falta a sus sufrimientos (cf. Col 1,24). Su vida se ha convertido en Eucaristía, inserta en el misterio del grano de trigo que muere y se hace fecundo. La sangre de los mártires es semilla de cristianos, ha dicho Tertuliano. Así como de la muerte de Cristo, de su costado abierto, ha nacido la Iglesia, así la muerte de los testigos es fecunda para la vida futura de la Iglesia. La visión de la tercera parte del «secreto», tan angustiosa en su comienzo, se concluye pues con un imagen de esperanza: ningún sufrimiento es vano y, precisamente, una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en señal orientadora para la búsqueda de Dios por parte del hombre. En las manos amorosas de Dios no han sido acogidos únicamente los que sufren como Lázaro, que encontró el gran consuelo y representa misteriosamente a Cristo que quiso ser para nosotros el pobre Lázaro; hay algo más, del sufrimiento de los testigos deriva una fuerza de purificación y de renovación, porque es actualización del sufrimiento mismo de Cristo y transmite en el presente su eficacia salvífica.

Hemos llegado así a una última pregunta: ¿Qué significa en su conjunto (en sus tres partes) el «secreto» de Fátima? ¿Qué nos dice a nosotros? Ante todo, debemos afirmar con el Cardenal Sodano: «...los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del «secreto» de Fátima, parecen pertenecer ya al pasado». En la medida en que se refiere a acontecimientos concretos, ya pertenecen al pasado. Quien había esperado en impresionantes revelaciones apocalípticas sobre el fin del mundo o sobre el curso futuro de la historia debe quedar desilusionado. Fátima no nos ofrece este tipo de satisfacción de nuestra curiosidad, del mismo modo que la fe cristiana por lo demás no quiere y no puede ser un mero alimento para nuestra curiosidad. Lo que queda de válido lo hemos visto de inmediato al inicio de nuestras reflexiones sobre el texto del «secreto»: la exhortación a la oración como camino para la «salvación de las almas» y, en el mismo sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión.

Quisiera al final volver aún sobre otra palabra clave del «secreto», que con razón se ha hecho famosa: «mi Corazón Inmaculado triunfará». ¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fiat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este «sí» Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: «padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa.


Joseph Card. Ratzinger

Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe