sábado, 17 de abril de 2010

Día Internacional de la Madre Tierra. Indigenismo, marxismo y panteísmo. La Cumbre de Cochabamba. La Declaración del bien común de la tierra.

El próximo 22 de abril se celebrará oficialmente, por primera vez, el Día Internacional de la Madre Tierra.

Recordemos que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 2009 que, el día 22 de abril, denominado Día Mundial de la Tierra, desde ese momento fuera celebrado como el Día Internacional de la Madre Tierra. La propuesta fue presentada al plenario de la ONU por el presidente de Bolivia, Evo Morales, y respaldada por más de 60 países, (vid NG 436, 771, 772, 831, 846, 848, 850, 863, 891, 958, 963, 970, 996). La resolución fue redactada por Leonardo Boff, que pudo dirigirse a la Asamblea porque fue incorporado como miembro de la delegación del gobierno de Brasil (vid. NG 808, 809, entre otros).

En su afán cristofóbico las Naciones Unidas fomentan el panteísmo neomarxista, promovido por sacerdotes renegados como Miguel D'Escoto y Leonardo Boff, y por sectarios indigenistas como Evo Morales, que lleva adelante, en Bolivia, un sistemático plan de vuelta a la idolatría y al paganismo, imponiendo violentamente el retorno a los dioses ancestrales y el culto a la Pachamama, (vid. NG 958, 963, 970, 974).

Indigenismo, marxismo y panteísmo

En Managua, el 28 de febrero pasado, Miguel D'Escoto y Leonardo Boff, como uno de los comisionados de la Carta de la Tierra, con el padrinazgo del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dieron a conocer el proyecto de Declaración universal del bien común de la madre tierra y de la humanidad, que será presentado en la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra, que se realizará en Cochabamba, Bolivia, del 20 al 22 de abril. La conferencia, también llamada Cumbre de Cochabamba, tiene el respaldo del Foro Social Mundial en Porto Alegre.

A la vez, Nicaragua se convirtió en el primer país en adherir a ese documento, y el 2 de marzo, el ministro de educación del gobierno de Ortega, Miguel de Castilla, anunció que a partir de este año los contenidos de la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra formarán parte del curriculum escolar obligatorio de ese país.

La Cumbre de Cochabamba

La Cumbre de Cochabamba es una contra-cumbre organizada por el neomarxismo latinoamericano como contraposición a la fracasada XV Conferencia Internacional sobre Cambio Climático de Copenhague (7 al 18 de diciembre de 2009); por decirlo de algún modo es la respuesta del panteísmo neomarxista al panteísmo capitalista.

La Declaración del bien común de la tierra

La Declaración universal del bien común de la madre tierra y de la humanidad es expresión de los delirios panteístas a los que nos tiene acostumbrados Leonardo Boff.

Sólo como ejemplo, citamos el primer párrafo: "La Tierra forma con la Humanidad una única entidad, compleja y sagrada (…) la Tierra es viva y se comporta como un único sistema autorregulado formado por componentes físicos, químicos, biológicos y humanos que la hacen propicia a la producción y reproducción de la vida y que por esto es nuestra Gran Madre y nuestro Hogar común. Tomando en cuenta que la Madre Tierra es compuesta por el conjunto de los ecosistemas en los cuales generó una multiplicidad magnífica de formas de vida, todas interdependientes y complementarias, formando la gran comunidad de vida, y que existe un lazo de parentesco entre todos los seres vivos porque todos son portadores del mismo código genético de base que funda la unidad sagrada de la vida en sus múltiplas formas y que, por lo tanto, la Humanidad es parte de la comunidad de vida y el momento de conciencia y de inteligencia de la propia Tierra haciendo que el ser humano, hombre y mujer, sea la misma Tierra que habla, piensa, siente, ama, cuida y venera".

Dicho esto, el texto reafirma el neomarxismo indigenista, expresión del nuevo rostro de la teología de la liberación, diciendo: "El Bien Común supremo y universal, condición para todos los demás bienes, es la misma Tierra que, por ser nuestra Gran Madre, debe ser amada, cuidada, regenerada y venerada como nuestras madres. El Bien Común de la Tierra y de la Humanidad pide que entendamos la Tierra como viva y sujeto de dignidad. No puede ser apropiada de forma individual por nadie, ni hecha mercancía, ni sufrir agresión sistemática por ningún modo de producción. Pertenece comunitariamente a todos los que la habitan y al conjunto de los ecosistemas".

Recordamos las declaraciones de Leonardo Boff en Buenos Aires cuando dijo: "Cuanto más diversidad mejor. Lo mismo con las culturas. Cuanto más expresiones religiosas, más facetas de Dios. Que se manifiesta de mil maneras"; (…) "todos somos hermanos y hermanas a raíz de eso. Nosotros lo sabemos por bagaje científico, San Francisco lo sabía. Lo mismo un gusano que un chimpancé que nosotros. Todos hermanos o primos hermanos. Tal vez el chimpancé tiene escondidos los 2 genes que lo diferencian del ser humano, tal vez es el futuro del humano".

"La especie humana, está condenada a hacer lo que hace porque es un parásito de la tierra" (...) "Es mucho mejor para la Tierra que desaparezca ese cáncer. La Tierra puede seguir tranquila desarrollando otra forma de vida, infraestructura biológica candidata a sucedernos. Portadora de espiritualidad". (....) "Las religiones abrahámicas son las más violentas, porque se creen portadoras de la verdad, como el Papa en Ratisbona. Lo necesario es la espiritualidad, no los credos y las doctrinas" (NG 808). FIN, 15-04-10

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NOTICIAS GLOBALES es un boletín de noticias sobre temas que se relacionan con la PROMOCIÓN Y DEFENSA DE LA VIDA HUMANA Y LA FAMILIA. Editor: Pbro. Dr. Juan Claudio Sanahuja; E-mail: noticiasglobales@noticiasglobales.org ; http://www.noticiasglobales.org ;

Citando la fuente y el nombre del autor, se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos contenidos en cada número del boletín.

GUERRA A LA IGLESIA

por MARCELLO PERA
Fuente: Corriere della Sera, Milán, 17-03-2010

 
¡¡¡Esta guerra al cristianismo, no sería tan peligrosa si los cristianos la advirtiesen!!!
 
Por su especial interés damos a conocer una carta al director del periódico Corriere della Sera firmada por Marcello Pera. Pera es Senador de la República Italiana y profesor de filosofía, no es católico. Escribió diversos libros sobre la identidad cristiana de Europa, entre los que destacan: Senza radici, Pera, Marcello y Ratzinger, Joseph, Ed. Mondadori, Milano 2004; Perché dobbiamo dirci cristiani, Ed. Mondadori, Milano 2008, con prefacio del Papa Benedicto XVI.-
Carta de Marcello Pera al Director del  Corriere della Sera, Milán, 17-03-2010, pag. 23. (Hemos resaltado algunos párrafos de la carta en negritas).
 
..... los sacerdotes pedófilos y el Papa
 
Estimado director:
 
          La cuestión de los sacerdotes pedófilos u homosexuales desencadenada últimamente en Alemania tiene como objetivo al Papa. Pero se cometería un grave error si se pensase que el golpe no irá más allá, dada la enormidad temeraria de la iniciativa. Y se cometería un error aún más grave si se sostuviese que la cuestión finalmente se cerrará pronto como tantas otras similares. No es así. Está en curso una guerra. No precisamente contra la persona del Papa ya que, en este terreno, es imposible. Benedicto XVI ha sido convertido en invulnerable por su imagen, por su serenidad, su claridad, firmeza y doctrina. Basta su sonrisa mansa para desbaratar un ejército de adversarios.
 
          No, la guerra es entre el laicismo y el cristianismo. Los laicistas saben bien que, si una mancha de fango llegase a la sotana blanca, se ensuciaría la Iglesia, y si fuera ensuciada la Iglesia lo sería también la religión cristiana. Por esto, los laicistas acompañan su campaña con preguntas del tipo «¿quién más llevará a sus hijos a la Iglesia?», o también «¿quién más mandará a sus chicos a una escuela católica?», o aún también «¿quién hará curar a sus pequeños en un hospital o una clínica católica?».
 
         Hace pocos días una laicista ha dejado escapar la intención. Ha escrito: «La entidad de la difusión del abuso sexual de niños de parte de sacerdotes socava la misma legitimidad de la Iglesia católica como garante de la educación de los más pequeños». No importa que esta sentencia carezca de pruebas, porque se esconde cuidadosamente «la entidad de la difusión»: ¿uno por ciento de sacerdotes pedófilos?, ¿diez por ciento?, ¿todos? No importa ni siquiera que la sentencia carezca de lógica: bastaría sustituir «sacerdotes» con «maestros», o con «políticos», o con «periodistas» para «socavar la legitimidad» de la escuela pública, del parlamento o de la prensa. Lo que importa es la insinuación, incluso a costa de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la educación católica es peligrosa, luego el cristianismo es un engaño y un peligro.
 
         Esta guerra del laicismo contra el cristianismo es una batalla campal. Se debe llevar la memoria al nazismo y al comunismo para encontrar una similar. Cambian los medios, pero el fin es el mismo: hoy como ayer, lo que es necesario es la destrucción de la religión. Entonces Europa, pagó a esta furia destructora, el precio de la propia libertad. Es increíble que, sobre todo Alemania, mientras se golpea continuamente el pecho por el recuerdo de aquel precio que ella infligió a toda Europa, hoy, que ha vuelto a ser democrática, olvide y no comprenda que la misma democracia se perdería si se aniquilase el cristianismo.
 
          La destrucción de la religión comportó, en ese momento, la destrucción de la razón. Hoy no comportará el triunfo de la razón laicista, sino otra barbarie. En el plano ético, es la barbarie de quien asesina a un feto porque su vida dañaría la «salud psíquica» de la madre. De quien dice que un embrión es un «grumo de células» bueno para experimentos. De quien asesina a un anciano porque no tiene más una familia que lo cuide.
 
         De quien acelera el final de un hijo porque ya no está consciente y es incurable. De quien piensa que «progenitor A» y «progenitor B» es lo mismo que «padre» y «madre». De quien sostiene que la fe es como el coxis, un órgano que ya no participa en la evolución porque el hombre no tiene más necesidad de la cola y se mantiene erguido por sí mismo.
 
          O también, para considerar el lado político de la guerra de los laicistas al cristianismo, la barbarie será la destrucción de Europa. Porque, abatido el cristianismo, queda el multiculturalismo, que sostiene que cada grupo tiene derecho a la propia cultura. El relativismo, que piensa que cada cultura es tan buena como cualquier otra. El pacifismo que niega que exista el mal.
 
        Esta guerra al cristianismo no sería tan peligrosa si los cristianos la advirtiesen. En cambio, muchos de ellos participan de esa incomprensión. Son aquellos teólogos frustrados por la supremacía intelectual de Benedicto XVI. Aquellos obispos equívocos que sostienen que entrar en compromisos con la modernidad es el mejor modo de actualizar el mensaje cristiano. Aquellos cardenales en crisis de fe que comienzan a insinuar que el celibato de los sacerdotes no es un dogma y que tal vez sería mejor volver a pensarlo. Aquellos intelectuales católicos apocados que piensan que existe una «cuestión femenina» dentro de la Iglesia y un problema no resuelto entre cristianismo y sexualidad. Aquellas conferencias episcopales que equivocan en el orden del día y, mientras auspician la política de las fronteras abiertas a todos, no tienen el coraje de denunciar las agresiones que los cristianos sufren y las humillaciones que son obligados a padecer por ser todos, indiscriminadamente, llevados al banco de los acusados. O también aquellos embajadores venidos del Este, que exhiben un ministro de exteriores homosexual mientras atacan al Papa sobre cada argumento ético, o aquellos nacidos en el Oeste, que piensan que el Occidente debe ser «laico», es decir, anticristiano.
 
         La guerra de los laicistas continuará, entre otros motivos porque un Papa como Benedicto XVI, que sonríe pero no retrocede un milímetro, la alimenta. Pero si se comprende por qué no cambia, entonces se asume la situación y no se espera el próximo golpe. Quien se limita solamente a solidarizarse con él es uno que ha entrado en el huerto de los olivos de noche y a escondidas, o quizás es uno que no ha entendido para qué está allí.
 
         Marcello Pera
http://www.marcellopera.it

EL PAPA ADVIERTE CONTRA LOS ABUSOS EN LA MISA


 

Esta actitud, afirma, procede de "no creer en una real intervención divina"


 

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 15 de abril de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI advirtió contra las "ambigüedades" y "reduccionismos" que en ocasiones se producen en la celebración eucarística, al recibir hoy a los obispos de la Región Norte 2 de Brasil, en visita ad limina Apostolorum.

Tras una introducción, el Papa hizo partícipes a los prelados de la "preocupación del Sucesor de Pedro por todo lo que pueda ofuscar el punto más original de la fe católica: hoy Jesucristo continua vivo y realmente presente en la hostia y en el cáliz consagrados".

Según el Papa, "una menor atención que en ocasiones se ha prestado al culto del Santísimo Sacramento es indicio y causa de oscurecimiento del sentido cristiano del misterio".

Esto sucede cuando en la Santa Misa "ya no aparece como preeminente y operante Jesús, sino una comunidad atareada con muchas cosas en vez de estar en recogimiento y de dejarse atraer a lo Único necesario: su Señor".

"Si en la liturgia no emergiese la figura de Cristo, que está en su principio y que está realmente presente para hacerla válida, ya no tendríamos la liturgia cristiana, toda dependiente del Señor y toda suspendida de su presencia creadora".

Esta realidad, explicó el Papa, está "muy distante" de quienes, "en nombre de la inculturación, caen en el sincretismo introduciendo ritos tomados de otras religiones o particularismos culturales en la celebración de la Santa Misa".

Advirtió, especialmente, contra la reducción del "sacrificio" en mero "encuentro fraterno", sin valor salvífico.

El misterio eucarístico es un "don demasiado grande para soportar ambigüedades y reducciones", particularmente cuando, "despojado de su valor sacrificial, es vivido como si en nada sobrepasase el sentido y el valor de un encuentro fraterno alrededor de la mesa"

Debajo de los motivos que aducen los defensores de esta postura, afirmó el Papa, está "una mentalidad incapaz de aceptar la posibilidad de una real intervención divina en este mundo en socorro del hombre".

"La confesión de una intervención redentora de Dios" para cambiar la situación de alienación y de pecado en el hombre "es vista, por cuantos participan de la visión deísta, como integrista, y el mismo juicio se hace a propósito de un signo sacramental que hace presente el sacrificio redentor. Más aceptable, a sus ojos, sería la celebración de una señal que corresponda a un vago sentimiento de comunidad".

Sin embargo, rebatió el Papa, el culto "no puede nacer de nuestra fantasía; sería un grito en la oscuridad o una simple autoafirmación".

"La verdadera liturgia supone que Dios responda y nos muestre cómo podemos adorarlo", subrayó.

Sin embargo, aclaró, esta actitud de recepción ante el misterio de Dios "no significa volverse pasivo o desinteresarse de lo que allí acontece, sino cooperar – porque nos volvemos capaces de actuar por la gracia de Dios".

"Lo que la Iglesia es humano se debe ordenar y subordinar a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación, y el presente a la ciudad futura que buscamos", concluyó.

¡Gracias por ser sacerdote!


 

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

No resulta fácil ser sacerdote. Por las críticas de algunos familiares, que no comprenden por qué un joven deja la carrera o el trabajo para ir al seminario. Por la sonrisa compasiva de amigos, que ven cómo queda "arruinado" un futuro que parecía prometedor. Por la mirada de gente anónima, que espera el día en que la Iglesia deje de existir sobre la tierra...

Pero hay y habrá sacerdotes porque hay y habrá hombres dispuestos a responder a un Amor más grande. Cada una de sus historias se explican desde la llamada del Dios que vino al mundo para curar heridas, para limpiar pecados, para encender esperanzas, para enseñar senderos de cariño verdadero.

Miles y miles de sacerdotes han seguido y siguen las huellas del Maestro. Con su mirada y su palabra, con su silencio y su sonrisa, con sus manos temblorosas al tomar el pan y decir palabras divinas, con su s pies cansados tras recorrer caminos polvorientos o ciudades llenas de bombillas y vacías de ilusiones verdaderas.

Gracias a tantos sacerdotes hay novios que maduran en su amor fresco y tierno, hay esposos que crecen en el camino de la vida, hay ancianos que miran al cielo mientras se apoyan en un nieto inquieto, hay niños que sonríen porque empiezan a conocer la historia de Jesús el Nazareno.

Gracias al sacerdote miles de hombres y mujeres han escuchado la Palabra, y han recibido el Cuerpo del Hijo Amado. El Amor se hizo Pan tierno, la esperanza surgió con nuevas fuerzas, la fe quedó nuevamente iluminada, la justicia se hizo presente en un mundo hambriento y dolorido.

Gracias a un sacerdote fui acogido en la Iglesia con las aguas del bautismo. Gracias a muchos sacerdotes recibí el perdón en confesiones sencillas e infantiles, o más profundas mientras crecía en estatura y problema s. Gracias a muchos sacerdotes encontré palabras de consuelo, luz para las dudas, reflexión para tomar opciones decisivas, invitaciones a dejar egoísmos y a compartir mis bienes y mi tiempo con tantos hermanos deseosos de encontrarse con Jesús el Nazareno.

Muchos sacerdotes, en los casi 2000 años de nuestra Iglesia, ya están con Dios. Fueron misioneros, como Francisco Javier. Fueron amigos de esclavos, como Pedro Claver. Fueron confesores apasionados, como el cura de Ars o el Padre Pío. Fueron consejeros de almas, como Francisco de Sales. Fueron soldados del Evangelio y defensores del Papa, como Ignacio de Loyola. Fueron callados testigos de Dios en el desierto, como Charles de Foucauld.

A los sacerdotes de ayer y los de hoy, a los que yacen enfermos y a los entusiastas por su juventud perenne, a los que trabajan entre libros y a los que no paran de ir de casa en casa... A tantos sacerdotes enamorados de Cris to, testigos de amor y compañeros de esperanza, de corazón, ¡gracias, gracias, gracias!